Empoderamiento y profesión
Lejos del cenit cualitativo pero también evitando la típica lavada de manos ideológica que reclama cierta crítica de derecha adepta a celebrar el entretenimiento por el entretenimiento en sí, Talentos Ocultos (2016) ces una realización digna que aboga por el respeto de las diferencias en el ámbito labora…
Como a Hollywood le encanta explayarse sobre terreno político ya ampliamente ganado, y para colmo amoldando los films a esas estructuras narrativas habituales que nos conducen a un mensaje aleccionador un tanto obvio a esta altura del partido, hoy nos topamos con Talentos Ocultos (Hidden Figures, 2016), una película redundante aunque prolija y sincera que analiza la segregación en los Estados Unidos durante la década del 60 a través de la participación de tres mujeres afroamericanas en el incipiente programa espacial. La discriminación y el odio ya han sido trabajados en el pasado mediante el formato “drama serio oscarizable”, no obstante aquí el convite incorpora y supera en parte los estereotipos retóricos tradicionales debido a una interesante superposición de temáticas y al intento de hermanarlas con el objetivo de darle una vuelta de tuerca -o varias- al acervo de siempre.
Si bien la trama amaga una y otra vez con centrarse exclusivamente en Katherine G. Johnson (Taraji P. Henson), una mujer que desde pequeña demostró una enorme facilidad para los cálculos matemáticos, a decir verdad el relato posee una arquitectura coral que incluye un par de historias secundarias, las de sus amigas y colegas Dorothy Vaughan (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe). Todas se desempeñan en la NASA como “computadoras”, un cargo que abarca la resolución de una infinidad de incógnitas en torno a la trayectoria y la resistencia de la nave/ cápsula que el gobierno norteamericano pretende lanzar al espacio para que complete varias órbitas terrestres. Mientras que Jackson trata de convertirse en ingeniera y Vaughan desea que la asciendan a supervisora, Johnson debe lidiar con una reasignación a un departamento lleno de hombres blancos prejuiciosos.
Por supuesto que de allí en más el devenir nos presenta cómo los susodichos le hacen pagar a la protagonista principal el “derecho de piso”, un proceso tortuoso en el que curiosamente sólo tendrá un aliado, su jefe Al Harrison (interpretado por un excelente Kevin Costner, quien se come cada escena en la que aparece), responsable de un equipo de la NASA orientado a garantizar la infalibilidad de los cálculos matemáticos de la misión. Como señalábamos con anterioridad, las ansias de la obra pasan por la combinación de tópicos, a saber: los derechos civiles de los negros, el empoderamiento de las mujeres en ambientes machistas, los resquicios y arbitrariedades del desarrollo profesional, la construcción de una familia ante trabajos muy demandantes, el ideal de los logros colectivos que enaltecen a todo un país y finalmente aquella “carrera espacial” contra los rusos, de índole geopolítica.
Sin duda el realizador Theodore Melfi, cuyo opus previo St. Vincent (2014) constituyó una grata sorpresa, hoy es el artífice fundamental de los éxitos de la película porque cualquier otro colega nos hubiese entregado una epopeya desbalanceada en términos dramáticos -o quizás caótica- ya que muy pocos directores saben aprovechar la narración en mosaico y sus potencialidades a nivel del apuntalamiento de los personajes. Por suerte la corrección política, algunos momentos de sensiblería y cierto oportunismo general (centrado en la contingencia de no aportar ningún desvío para con una senda recurrente del mainstream y el indie como la segregación) no ensombrecen el film y sus fortalezas, léase su corazón humanista, la sensatez del elenco y la convicción con la que cobra vida la trama. Talentos Ocultos es una propuesta amena que funciona al mismo tiempo como un pantallazo por la prehistoria de la informática y como un retrato de los imponderables alrededor del hecho de ser una mujer negra durante aquella etapa de revueltas sociales y feminismo rudimentario…