Esta es la historia de tres mujeres que se atrevieron a tener cerebro y pertenecer a una minoría en un momento en el cual esto no era bien visto. Son los 60s y tienen que ayudar a su país a ganar la competencia espacial contra los rusos.
La película tiene un tono liviano, sencillo de llevar. De repente pasamos de ser un melodrama social, a pasar por uno romántico, un manifiesto de la igualdad y una denuncia que en un momento era impensado y hoy es un recordatorio. Es un film políticamente correcto en una coyuntura que toma otras dimensiones gracias a esto.
El elenco, que hace un par de días tuvo el reconocimiento del sindicato de actores por considerarlo el mejor, es definitivamente lo mejor del film. Tanto los roles principales Taraji Henson, Janelle Monae (y su impresionante belleza) y Octavia Spencer llevan adelante el peso de estas mujeres que se ven cuestionadas tanto en lo profesional, como en lo social, como en lo privado.
Kevin Costner y Kirsten Dunst, por nombrar a algunos reconocidos, en los papeles secundarios le dan una linda dimensión a esta historia. Pero eso es todo. La ambientación es simpática, los vestidos hermosos (y esto hasta te lo refuerzan con los tacos aguja que se quedan trabados en espacios de trabajo) y tiene una excelente música, pero no deja de ser bastante sencilla y liviana entre lo que ha significado y el mensaje que quiere dejar.
La valía de estas mujeres merecía más que el reflejo de sus maridos y de cómo tenían que explicarles a sus hijos estar trabajando todos los días. Theodore Melfi, su director, ya nos había mostrado su vena para la comedia con St Vincent, otra historia con buen corazón y un intento de poderoso mensaje que fue desdibujándose con los minutos y solo sostenida por su elenco.
Honestamente, es apenas correcta. No van a pasarla mal en sala, pero van a olvidarla con la misma facilidad.