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angerine, el nuevo film de Sean Baker se sitúa en Los Ángeles mientras nos presenta a Sin-Dee (Kitana Kiki Rodríguez) y a Alexandra (Mya Taylor), dos amigas transexuales que trabajan en la periferia –para nada glamorosa- de Hollywood. La primera es quisquillosa, habla sin parar y sin ningún tipo de filtro, además acaba de regresar al barrio luego de un mes en prisión. La segunda, su mejor amiga, tiene una personalidad más tranquilla, es bastante callada y hace las veces de acompañante terapéutica encarga de calmar a SinDee.
El conflicto se da a partir del regreso a la cuidad, cuando a la protagonista le llega el rumor que su “novio” tiene una nueva conquista (o fish, tal como se menciona en la película). El malestar se acrecienta cuando además se entera que la nueva chica en cuestión no es trans, sino una chica que trabaja en la zona como prostituta. A partir de esta noticia, SinDee pasa todo ese día (un 24 de diciembre) buscando a su pimp/novio y a la muchacha en cuestión para confrontarlos y entender que es lo que está pasando.
Por otro lado, Baker nos cuenta la historia de un taxista armenio que pasa todo el día recorriendo la cuidad, y conociendo la historia detrás de cada pasajero, a la vez que intenta encontrar a su amada SinDee luego de enterarse que ésta ha vuelto a la cuidad. Más allá de este aparente amor secreto, el taxista es casado y tiene una hija y una familia política bastante insoportable encabezada por una suegra metiche que le genera muchos problemas.
Hasta aquí toda la cuestión argumental de Tangerine, film cuya riqueza va mucho más allá de un puñado de historias y personajes. La película tiene varias particularidades: fue filmada casi en su totalidad con un Iphone 5, detalle que puede resultar menor, pero que sin dudas influye en la producción, por entre otras cosas, permitir abaratar costos sin perder calidad. Por otro lado porque el hecho de utilizar un celular en vez de grandes cámaras o equipos, dota a las actuaciones y a la ambientación general de cierto hiperrealismo y naturalidad, que permiten exponer y evidenciar la intensidad de los vínculos entre los personajes, sin que éstos se noten excesivamente impostados o forzados.
En ese sentido, Tangerine se corre del lugar común de exhibir la marginalidad en primer plano y de forma tosca, y prefiere centrarse en el vínculo de amistad entre Alex y SinDee, que si bien tiene sus conflictos, está retratado de una forma real y honesta.
No olvidemos que es víspera de Navidad, algo que casi no se menciona y no se evidencia jamás; no hay decoraciones, villancicos ni espíritu navideño; sí hay olvido, abandono y pobreza, pero lo destacable pasa por otro lado. Casi al final de la película una de las amigas arruina su peluca, por lo que la otra gentilmente cede la suya, si bien su cabello y su aspecto físico son lo más preciado –metafórica y literalmente- y aunque no tiene dinero para comprar otra, porque entiende que la riqueza no está en ese objeto, sino en esa imperfecta perfecta amistad. Ese es el mensaje central de Tangerine, ya que más allá de culquier innovación artística, es un film gracioso, sincero y único.