La saga creada por Luc Besson hace 20 años regresa a la pantalla grande con su quinta entrega sin mucho éxito. La trama está basada en Sylvain Marot, un policía parisino y excelente conductor, que es transferido contra su voluntad a la policía municipal de Marsella. Cuando llega a su nuevo destino, el alcalde de la ciudad le da la misión de detener a la pandilla de italianos que roban joyas con la asistencia de poderosas Ferrari. Para lograrlo, Marot no tendrá más remedio que hacer equipo con el peor piloto de la ciudad. Así comienzan 110 minutos de persecuciones y acción, pero con un guión pobre y básico, que resulta completamente decepcionante. Lo que pretende ser gracioso, no logra serlo, y los personajes bizarros que podrían explotarse, no llegan a brillar nunca y quedan en una simple caricatura. Lejos quedó la magia de la primera entrega, "Taxi" (1998), que combinaba a la perfección la comedia de enredos con el cine de acción y contaba con la joven Marion Cotillard, antes de ser famosa en Hollywood, que le aportaba simpatía. Aquí, ni el elenco, ni el guión salvan la película, lo único atractivo es su locación en la paradisíaca Marsella.