Nadie se arrepiente de ser valiente.
Luego de transitar el último BAFICI, entre otros festivales, Lola Arias presenta este pseudo documental con aires de homenaje.
El proyecto consistió en reunir a seis veteranos de la Guerra de Malvinas (entre argentinos e ingleses) para contraponerlos unos con otros y empezar a establecer un diálogo que demuestre que, a pesar de las rivalidades, la guerra une mucho más de lo que separa.
Ninguno de estos hombres es conocido, ninguno se destaca por su profesión o sus hazañas, pero todos coinciden en algo: ser atravesados por un mismo dolor.
A medida que avanza la película, cada diálogo parece un nuevo relato que cuenta la misma historia, una y otra vez, ya sea compartiendo entre dos culturas fotos de la época como conversando con alumnos de un colegio primario sobre las posiciones de cada nación en base al conflicto. Es como si cada testimonio fuera la recreación de una pequeña conversación entre amigos o la interpretación de una obra de teatro del absurdo donde lo que se dice importa más que lo que se muestra.
A nivel fotográfico, todo parece muy irreal,como si cada hombre se encontrara en un “no lugar" que lo enfrenta con su propio miedo o un recuerdo que se repite y es imposible olvidar (como la anécdota del soldado inglés con un caído argentino). Cada ambiente pasa de lo sombrío a la luz más clara, de un escenario ficticio a un prado silencioso. Es la mutación constante lo que le da ritmo y vida a un relato oscuro.
Celebrar la diversidad de pensamiento y la unión de dos naciones que, hasta el día de hoy, están enfrentadas diplomáticamente por un territorio es una muestra más de que el cine puede estar siempre un paso adelante de las circunstancias.