El humor de MacFarlane es un género en sí, y tiene amantes y detractores por igual. En Ted 2, se busca repetir los aciertos del primer film pero sin el mismo éxito. Lo que en Ted (2012) funcionaba de manera orgánica aquí resulta forzado y -peor- predecible. El gran fuerte del humor MacFarlane es su comentario malintencionado dirigido al mundo pop y a todo lo que se asemeje a ser políticamente incorrecto, envuelto -claro- en el absurdo total. Y tal vez al hacerlo cae en su propia trampa: no sorprende porque hoy todos hacen lo que él hacía en 1999 (Family Guy). Quizás esta historia del osito porrero y su amigo no daba para una secuela, pero el dinero manda en Hollywood y el resultado es este film a medio cocer.