Había una vez un osito único...
Por fin una película que logra combinar irreverencia y buena narrativa. Por fin alguien que se libera creativamete sin restricciones artísticas (la verosimilitud acá no tiene jurisdicción) pero respeta el conjunto de elementos que hacen al relato cinematográfico. Y, por qué no, por fin Seth MacFarlane dio el salto de calidad y debutó como cineasta.
Ted (2012) es un antes y un después en la comedia hollywoodense. MacFarlane (artífice de las ácidas series animadas Family Guy, The Cleveland Show y American Dad) es ese realizador todo terreno que se pone delante, detrás y al costado de la cámara para pasarla bien, y el resultado es esta divertida película que está atestada de gags filosísimos como sólo este director sabe hacer. Por eso no es exagerado pensar que esta película sea un hito en el género dentro de ese país.
En la película nos encontramos con un osito de peluche que cobra vida de forma mágica por el pedido navideño de un niño con problemas para tener amigos. Hasta aquí una catarata incontenible de clichés. ¿Por qué, entonces, es tan buena Ted? Porque MacFarlane continúa en esa línea durante toda la película y se ríe en nuestra cara por seguirle el juego en semejante estupidez. El que se toma en serio este film, sencillamente no entendió nada. El único momento en que puede costar un poco separar el dramatismo (si se quiere) del relato con la constante parodia hacia su propia historia es en el clímax, quizás el momento más flojito de los 106 minutos que dura, pero aún en ese momento pareciera que MacFarlane está por decir eso. Y ese constante suspenso por esperar un nuevo gag hace que la película sea un disfrute completo (la última palabra del guión es un gag, y uno de los mejores, imagínense).
Mientras nos hace reir y nos introduce de lleno en el desarrollo de la película, MacFarlane despliega un abanico de referencias cinéfilas, que van desde las constantes citas a Star Wars (1977) hasta el cine de Spielberg, y que tienen su súmum en la inspiración para los personajes que implica Flash Gordon (1980).
La trama no da respiro en un constante descontrol frente a cámara y todo tipo de situaciones (que saben medirse en el momento justo, para dar descanso a la narración), pero eso sí: hay que saber reirse con este tipo de películas. Están advertidos, acá no hay momento para pensar en xenofobia, antisemitismo o racismo. En el universo de MacFarlane vale todo.
Y así como vale todo, también vale aplaudir grandes aciertos, como la secuencia de créditos, que a su vez es una secuencia de montaje en el que vemos el crecimiento de Ted y John Bennet (Mark Wahlberg, versátil pero irreconocible en este tipo de papeles, todo un hallazgo) mientras Norah Jones canta la bellísima canción "Everybody needs a best friend" (el jazz juega un papel importante dentro de toda la excelente banda sonora del film).
Ted es una gran película. Los más metódicos van a apreciar la precisión con la cámara de MacFarlane, sin dudas un gran debut como director. Los más pochocleros la van a encontrar como una locura de película. Y los otros... probablemente no estén hechos para este tipo de humor, lo cual es entendible también.