La comedia en general es un género bastardeado. Estoy, como espectadora, aburrida de que intenten hacerme de cualquier cosa un gag. Lo bueno de esta película es que con una premisa simple crean situaciones que te llevan a la comicidad sin sentir que están haciendo lo obvio.
“Tenemos un problema, Ernesto” habla de un hombre que ha perdido su pene. Sí, literal. A causa de esto se verá obligado a separarse de su novia y esconderse del mundo. En busca de una respuesta se irá desde la ciencia hasta lo esotérico, siendo más de una vez víctima de más de un chanta.
Lo que más defiendo de esta película es que nos cuenta desde adentro el rol que tienen los guionistas en TV. O sea, nulo. El que compra la idea, pone el sello y hasta desaparecen de los créditos. Y este descargo en forma de comedia lo pone bien a la luz.
Basada en la novela homónima, del mismo Diego Recalde que se embarcó en la tarea titánica de adaptarse, escribirse, dirigirse y editarse. Con una buena batería de secundarios reconocidos que nos terminan de dar la nota el casting se completa de una manera orgánica, sin exagerar.
Siempre manteniendo la base del relato. Es una producción que no pretende un gran despilfarro y es que no lo necesita: es la historia de un hombre común, que simplemente perdió el pene.
De un día para el otro se levantó en medio de la noche para ir al baño y no entiende por qué desapareció. Si a esto sumamos el canibalismo de los medios según la visión del director/guionista/actor/editor, tenemos varias risas aseguradas. Si bien tiene un buen ritmo, me hubiera gustado un poco más de síntesis.
Creo que hubiera funcionado muy bien con veinte minutos menos de metraje. Pero el resultado no los va a dejar a castrados.