Una saga bastardeada por secuelas por fin logra una reivindicación. Dirigida por Tim Miller (Deadpool) y protagonizada por Arnold Schwarzenegger, Mackenzie Davis, Gabriel Luna, Natalia Reyes, Diego Boneta y el retorno de Linda Hamilton, Terminator: Dark Fate es una – y por fin – digna secuela y una película que todo fan de la saga Terminator merecía tener.
Terminator: Destino Oculto comienza en 1998 – tres años después de los hechos acontecidos en Judgment Day – con una introducción monumental que deja a todo espectador con la boca abierta exclamando: ahora la cosa va en serio. Esto deja en claro que todo lo que pasó entre T2 (1991) y el resto de la saga queda en otra linea temporal y funciona a la perfección por apostar, arriesgar todo y ganar. No hay mucho más que decir al respecto para no entrar en terreno de spoilers. 20 años después una soldado cibernéticamente aumentada y un modelo avanzado de Terminator llamado Rev-9, son enviados del futuro para proteger y aniquilar -respectivamente – a Daniella Ramos por razones desconocidas.
Hay que destacar que James Cameron por fin pone de nuevo sus manos en un proyecto de esta saga. Cameron cumple el rol de productor y Terminator: Dark Fate posee un aura omnipotente que exclama el nombre de Cameron sutilmente; esto es algo que revitaliza la saga, deja en claro quien está al mando de la situación – más allá de que Tim Miller sea el director – y pone ese toque extra necesario que le faltaba desde hace decadas a una saga caida por innecesarias secuelas.
El elenco cumple con creces y Mackenzie Davis, Natalia Reyes y Gabriel Luna realizan grandes logros presentando nuevos personajes que ponen una vuelta de tuerca a lo que estamos acostumbrados. Luna es un villano frenetico que eleva el nivel de amenaza a un lugar bastante alto – Robert Patrick sigue siendo el rey -; Davis demuestra humanidad en un personaje que perdió todo y se encuentra perdido en una misión suicida y Reyes es la nueva figura de un futuro mejor; todo muy lindo y bello pero la que realmente agita las aguas es nada más y nada menos que Linda Hamilton.
Hamilton regresa como Sarah Connor y deja en claro que nadie puede hacer el rol tan bien como ella. Hay que olvidar a esos intentos fallidos previos – imitaciones baratas –, acá tenemos a la Sarah Connor original y la tenemos en toda su gloria. Sarah ahora es un personaje quebrado por el pasado y se encuentra presa en sus propios recuerdos eso sí, un poco más cuerda que antes.
Arnold regresa y sin abuso de pantalla, lo justo y necesario para su personaje (que cae como una sorpresa entre todos los t-800 que interpretó). Con el humor exacto y marcado esta vez Arnold disfruta de una dualidad en su interpretación y sus roces con Hamilton son lo mejor de la película.
James Cameron, Charles Eglee, Josh Friedman, David Goyer y Justin Rhodes – 5 guionistas! – consiguen una historia correcta con ligeros tirones de pelos. Muchas cosas quedan en el aire por su simpleza y si la gente se pone a pensar sobre el ¿cómo y porqué? las cosas simplemente van a hacer ruido. Terminator: Dark Fate es un espectáculo visual pochoclero con una historia competente, correcta y no se le puede pedir mucho más que eso.
Después de numerosos intentos que no convencían del todo y enterraban a la saga más y más en el olvido, Terminator: Dark Fate es un gran resurgir y – esperemos – el final ideal que todo fan necesitaba. Valoración: Muy Buena.