El derecho Penal tiene intrincados caminos que de manera laberíntica pueden lograr que un asesino jamás sea condenado por sus actos. Todo radica en los detalles y es exactamente esto lo que el profesor Roberto Bermúdez, especialista en la materia, trata de inculcarle a sus alumnos del doctorado.
Toda la teoría se ve puesta de cabeza cuando un homicidio es cometido en el estacionamiento de la facultad y Bermúdez está convencido de que el autor de tal aberración es Gonzalo, uno de sus estudiantes. Decidido a descubrir la verdad y comprobar su teoría, que nadie parece creerle, inicia una investigación paralela para encontrar esos pequeños indicios que prueben la culpabilidad de Gonzalo. Sin embargo, y a pesar de que el crimen perfecto no suele existir, el asesino quiere ser descubierto pero sin que haya pruebas que logren condenarlo.
En un intento de recrear parte de la atmósfera de la oscarizada “El secreto de sus ojos”, pero a años luz de la realización de Campanella, este film basado en la novela homónima vuelve a poner en el centro del relato una investigación a cargo de Ricardo Darín, el homicidio de una mujer con fuerte contenido sexual y los vacíos legales que suelen existir en la profesión. Con un ritmo que no decae, una lograda fotografía y una perturbadora actuación del español Alberto Ammann en la piel del alumno sospechado, la cantidad de cabos sueltos y pequeñas incongruencias del relato son casi pasadas pro alto. Casi.