Sigue tu camino
Pocos estrenos son tan gratificantes como la nueva película de James Franco, que comenzó basándose en la peor cinta de la historia hasta el momento, y terminó convirtiéndose en lo mejor que dejó el 2017 ni más ni menos.
The room fue un filme estrenado en el año 2003 escrito, producido, dirigido y protagonizado por un ignoto Tommy Wiseu, de quién poco y nada se sabe, que mantiene un perfil excéntrico y desconcertante, y que no tenía otra ambición más que convertirse en el nuevo Tennesse Williams. Este proyecto era como un gran rompecabezas imposible de armar, que confundía más de lo que agradaba, pero aun así, logró colarse dentro de la lista de películas de culto, ya que hoy en día continúa proyectándose en distintos lugares del mundo con una recepción inaudita.
Uno de los protagonistas de esta bizarreada fue Greg Sestero, amigo y confidente de Wiseu, que años después decidió poner por escrito toda la locura que vivió dentro de ese proyecto en un libro llamado The disaster artist, el cual James Franco tomó como base para realizar su pseudo documental.
Independientemente de que este filme siente sus bases en el making of de una película que resultó ser un completo fiasco, y hoy en día no exista una explicación lógica de cómo semejante esperpento llegó a ver la luz, la obra de Franco transita por otros lugares inesperados. Estamos ante una comedia de las buenas, de esas que no utilizan los chistes fáciles para complacer, de esas que son conscientes de su potencial y lo explotan al máximo con diálogos simples pero atinados. Esta película bien podría haberse convertido en un documental a secas, pero la acertada decisión de dramatizar todo, captando la esencia de los protagonistas (Wiseu y Sestero particularmente), llevándolos al plano más humano y terrenal, quitándoles la imagen grotesca que el filme del 2003 les supo conseguir, sin duda fue un logro en el guion, que se agradece mucho.
Las actuaciones no sólo sorprenden, sino que ameritan una mención aparte. Los dos hermanos Franco están excelentes en sus roles, cargándose toda la historia al hombro y saliendo airosos en cada una de las escenas que aparecen. El elenco acompaña muy bien, nadie se destaca por sobre los demás (aunque puede que haya algún que otro de relleno) y logran recrear todo ese mundo de sinsentido que el incoherente Tommy Wiseu construyó a su alrededor.
La película no se estanca en los golpes bajos, tampoco quiere caer en los sitios comunes, sino que busca sacar de un proyecto amorfo todo el costado sentimental posible. Es cierto, podría llegar a ser cursi por momentos, pero no lo es. El famoso mensaje “sigue tus sueños, todo es posible” hace mella en cada diálogo de manera creíble y nada predecible. Técnicamente no destaca, pero tanto su guion como sus actuaciones llevan a la trama por el camino correcto, sin fisuras ni baches argumentales que dejen todo al azar. Si bien James Franco nunca se caracterizó por su estilo como director, en este filme dio en la tecla, en todo sentido.
Hermosa propuesta, paradójicamente se queda en la cúspide de lo mejor del año, cumpliendo con todo lo que propone y dejando satisfacciones más que decepciones. Una revelación que dará que hablar en la próxima temporada de premios.