El mesianismo de los gurúes
Sexto filme de este director que ha logrado crear un estilo narrativo propio y muy personal, como lo demostró en Magnolia (1999) y Petróleo sangriento (2007). Anderson reconoció que la idea le surgió después de leer un artículo que decía que los períodos inmediatos posteriores a las guerras eran propicios para la fundación de nuevas sectas u organizaciones religiosas.
También se inspiró en algunos episodios de la vida de John Steimbeck, autor de Viñas de ira, y en confesiones que le hizo el actor Jason Robards en ocasión del rodaje de Magnolia, sobre el consumo de combustible mezclado con jugo de frutas, cuando prestó servicios como soldado de la Marina, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial.
Otras fuentes fueron la biografía de L. Ron Hubbard, creador de la secta de la Cienciología, de fuerte arraigo en Hollywood; la película Los mejores años de nuestra vida (1946), de William Wyler; y el documental Let there be light (1946), que John Huston filmó por encargo del Pentágono sobre los veteranos de guerra. Anderson comentó haber incorporado a su filme diálogos textuales de ese documental.
La historia de The Master se desarrolla desde la inmediata posguerra y hasta mediados de la década de 1950, y centra la atención sobre dos personajes claves. Uno es el ex soldado de la Marina Freddie Quell, un hombre extremadamente agresivo, que padece pesadillas y arrastra problemas psicológicos y de integración social.
El otro es Lancaster Dodd, un personaje construido sobre la figura de L. Ron Hubbard, "un intelectual brillante y de fuertes convicciones", según se señala en el filme, que funda una secta y recorre distintas ciudades (Nueva York, Filadelfia, Phoenix) para difundir sus propuestas.
También publica dos libros, titulados La causa y El sable partido, en los que enuncia sus teorías sobre la posibilidad de liberar traumas y dolencias a través de "viajes" hacia el pasado, pero acusa una galopante megalomanía.
Por azar, Freddie (Phoenix) toma contacto con Dodd (Hoffman), quien se fascina con su estado de desesperación, lo incorpora a su secta y establece con él una relación de maestro-discípulo. Ambos intérpretes, como siempre, concretan excelentes actuaciones.
Al director le interesó especialmente el contexto histórico en que se originó y desarrolló la secta de la Cienciología, además de la naturaleza intrínseca de las religiones y el mesianismo de los gurúes, que prometen milagros y cautivan a sus adeptos con sus charlatanerías.
Anderson rodó la película en 70 mm, un formato ya en desuso por el peso y tamaño de la cámara, y logró un producto de notable calidad técnica.
Claramente lo demuestra el haber ganado los premios al mejor director y de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (Fipresci) en el Festival de Venecia.