Las películas basadas en cómics han pasado mucho tiempo tratando de ser tomadas como entretenimiento serio y adulto, Thor: Ragnarok parece admitir que dado el material de origen ese objetivo resulta casi imposible.
A pesar de sus credenciales de Avenger, Thor nunca se ha sentido particularmente clave en los procedimientos del Universo Marvel en desarrollo. Su reino de fantasía no se cruza fácilmente con el nuestro, y su última película en solitario, Thor: The Dark World, fue probablemente la más floja de Marvel hasta la fecha.
Ahora con el gran director neozelandés Taika Waititi, a la cabeza, y con sus adorables películas de escala considerablemente menor como respaldo (Hunt for the Wilderpeople y la parodia de vampiros What We Do in the Shadows) Waititi infunde a los procedimientos narrativos de la fórmula Marvel con ese ingenio kiwi generoso en la autoparodia, y tiene como mejor ejemplo al “roba escena” de Korg, una simpatica “cosa” de roca azul que es interpretado por el propio director en voz y captura de movimiento.
La muñeca de Waititi desbloquea la comedia sin explotar en Chris Hemsworth, quien desecha el machismo de su personaje por una verba rápida y una inseguridad fuera de personaje.
Los problemas familiares de Thor son -de nuevo- parte de la saga. Él y su hermano adoptivo Loki (Tom Hiddleston) descubren que tienen una hermana mayor: Hela, la diosa de la muerte, interpretada por una Cate Blanchett gótica, como nunca la vimos. Mientras se prepara para destrozar Asgard, Thor y Loki se encuentran atrapados en un planeta de colores brillantes que parece un descarte de la producción de la última Guardians of the Galaxy. Que el gobernante de este planeta sea Jeff Goldblum con una franja azul en la barbilla es totalmente apropiado, y la mejor decisión de casting del filme.
Mark Ruffalo confundido siendo Bruce Banner y Tessa Thompson como el personaje femenino “fuerte” que todo película de 2017 debe tener completan el cast. El resto es lo habitual, una gran cantidad de agujeros en la trama y si vieron alguna de la última centena de películas de Marvel, encontrarán los elementos centrales familiares: un equipo de héroes (Thor los llama poco imaginativamente “los re-vengers”, en uno de los tantos chistes que no funcionan), un antagonista todopoderoso, un inminente fin de los tiempos, y una serie de personajes unidimensionales. Sumado, claro, al uso excesivo de imágenes generadas por computadora en pantallas verdes hacen lucir todo un poca más falso aún.
Una vez que Hulk vuelva a ser Bruce Banner y nuestros héroes vuelvan a Asgard para salvar el día, el aspecto genérico de las películas de Thor vuelve y Waititi no puede hacer mucho para evitar lo inevitable: falta de sutileza. Thor: Ragnarok es demasiado tonta inclusive para los standares actuales y demasiado Marvel para pretender algún tipo de innovación narrativa.