El derecho al placer.
Si sopesamos el campo del cine con motivaciones políticas, los franceses suelen enfocarse en las “procesiones internas” de los personajes a expensas de la lucha y/ o militancia en la praxis ya que consideran que cualquier transformación debe ser en primera instancia ideológica (los norteamericanos, por otra parte, prefieren un balance entre ambas esferas con una leve inclinación intermitente hacia las disputas callejeras). Tiempo de Revelaciones (La Belle Saison, 2015), el último opus de la realizadora Catherine Corsini, comparte temática y perspectiva general con De Ahora y para Siempre (Freeheld, 2015), aquella historia de amor lésbico protagonizada por Julianne Moore y Ellen Page, quienes debían batallar contra un entorno sumamente intolerante. Hoy el mismo engranaje narrativo está matizado por las sutilezas de los galos y ese erotismo desprejuiciado “marca registrada”.
El catalizador del relato es la llegada a París -durante la primavera de 1971- de Delphine (Izïa Higelin), una joven campesina que ha mantenido oculta su condición de lesbiana a lo largo de los años. Allí un buen día ve a un grupo de mujeres que les tocan el trasero a los hombres en la vía pública a pura carcajada, hasta que uno de ellos agrede a una de las chicas, Carole (Cécile De France), situación que impulsará a Delphine a intervenir en defensa de la mujer. Luego de escapar, de a poco surge una relación entre ambas con el trasfondo de la militancia feminista de Carole en pos de la igualación de los sexos, la utilización de la pastilla anticonceptiva y el derecho al aborto: si bien hasta ese momento Carole había sido heterosexual, el fulgor de Delphine hace que deje a su pareja masculina. Todo se complicará cuando la joven deba volver a la granja por la frágil salud de su padre.
Uno de los puntos más interesantes del guión de Laurette Polmanss y la propia directora pasa por el hecho de centrar la acción en una dinámica narrativa de “doble despertar”, regresando a la dicotomía que señalábamos al principio: mientras que la encantadora Delphine ya tiene completamente definida su identidad sexual y comienza a empaparse del ideario de liberación política y social de aquella etapa, Carole constituye su adverso, con toda la teoría emancipadora incorporada y algunas dudas en lo que atañe a su idiosincrasia amatoria. Vale aclarar que esta demarcación corresponde a la primera mitad del metraje, la que transcurre en París y se enrola en una suerte de alegato testimonial acerca de la génesis del feminismo moderno; durante su segunda parte la trama se vuelca hacia un melodrama bucólico en el que pesa más la disyuntiva entre la familia por un lado y el placer por el otro.
De hecho, es en el manejo de la satisfacción individual de los personajes donde en verdad se luce Corsini, aportando una mirada sincera que evita los artificios y el trazo grueso en lo que respecta al desarrollo del vínculo de las protagonistas. A pesar de que la historia es extremadamente previsible y sigue a rajatabla el manual de los romances ardientes que parecen estar destinados a durar lo que dura una estación del año, el naturalismo enérgico que impone la cineasta logra mantener siempre el interés, a lo que se suma el estupendo desempeño de Higelin y De France (no sólo la química entre ambas está a la orden del día, sino que además llama la atención lo jugado de sus escenas lésbicas). Lejos de la pedantería hipócrita y profundamente masculina de La Vida de Adèle (La Vie d’Adèle, 2013), Tiempo de Revelaciones es un pequeño análisis sobre la fusión entre la independencia y la pasión…