Las películas con cantantes o bandas -en varios casos, fenómenos pasajeros- son habituales en todo el mundo. Resultan estupendos negocios desde lo musical y lo cinematográfico, no tanto por la calidad como por las recaudaciones. En Argentina sucedió con Sandro, Palito Ortega, Leonardo Favio (en su faceta de vocalista), Leo Dan… Si bien son largometrajes por encargo, donde la meta principal pasa por romper la taquilla, surgieron algunas perlitas, como las que dirigió Emilio Vieyra con Sandro (Gitano, por ejemplo) y la saga “Del Amor”, a cargo de Adolfo Aristarain.
El nuevo exponente del subgénero es Violetta, la joven cantante que Martina “Tini” Stoessel interpretó en el programa homónimo de Disney Channel, emitido entre 2012 y 2015. El suceso fue tal que trascendió la pantalla chica y Tini salió de gira por todo el mundo, entonando los hits que enloquecieron a millones de seguidores. En este momento, Stoessel está dejando de lado el personaje para centrarse en una etapa más madura. De eso se trata Tini: El Gran Cambio de Violetta.
Luego de una intensa maratón de recitales, Violetta vuelve a su hogar, pero no es una persona feliz: siente un desgaste importante, la presión por parte de su representante es intolerable, y se entera de que León (Jorge Blanco), su novio y también estrella pop, la está engañando con otra. Dolida, decide cancelar la grabación de su próximo disco y se encierra en sí misma. Está triste, harta del negocio discográfico y de la vida. Entonces el padre (Diego Ramos) le ofrece la posibilidad de pasar un tiempo en una residencia para jóvenes artistas ubicada en Italia; un lugar donde, además, solía ir la madre. Allí encontrará cariño, buena onda por parte de Isabella (Ángela Molina) y de otros jóvenes residentes, y también conocerá a Caio (Adrián Salzedo), un pescador de la zona y bailarín en potencia. Será la oportunidad perfecta para que Violetta pueda descubrir más sobre su pasado y, en especial, sobre sí misma.
El esquema no se aleja del de otras películas de este estilo: lucimiento de la estrella, personajes secundarios simpáticos (salvo uno: la chica arrogante que quiere quedarse con León), ternura, romance, unas gotas de drama, canciones, alegría, optimismo… Aún así, tiene sus hallazgos y cierta originalidad, cierto riesgo. En vez de ir a lo seguro y hacer un compilado de grandes éxitos del programa y de los más exitosos números musicales, la producción se orientó a mostrar la evolución de Stoessel como artista; Tini va dejando atrás a Violetta, así como la dulce adolescente va dándole paso a la mujer. En sintonía con ese concepto, no hay explosiones de colores (predominan blancos y tonalidades claras y sobrias en general) y casi todas las canciones son de carácter romántico y reflexivo.
El director Juan Pablo Buscarini (con sólida experiencia en films para la familia, pero que no le toman el pelo al espectador) aprovecha los paisajes mediterráneos y se encarga de potenciar la belleza de la protagonista, que de por sí tiene ángel. Entre los actores de reparto, Diego Ramos aporta lo suyo como Germán, el progenitor de la chica, pero quien llama la atención de los espectadores mayores es la española Ángela Molina, la mítica intérprete de Las Cosas del Querer, quien hace gala de presencia y carisma en sus pocas intervenciones.
Tini: El Gran Cambio de Violetta no deja de ser lo que es, pero tiene todo para contentar a los fanáticos del personaje, quienes hasta se emocionarán por el cierre de una etapa y el comienzo de otra en la carrera de una artista que, con seguridad, no dejará de crecer.