Titanes del Pacifico: La Insurrección traslada la acción 10 años después de los eventos del primer film. Con Stacker Pentecost (Idris Elba) muerto y su presencia personificada como símbolo de lucha, Raleigh Becket (Charlie Hunnam), desaparecido tras la batalla que destruyó “La Brecha” todo queda en manos de seguir la línea de sangre Pentecost y poner a Jake (John Boyega), el hijo de Stacker, en el frente del desarrollo de la historia.
En esos 10 años de paz, el mundo se sumió en un estado de caos y fiestas descontroladas sobre las ruinas de ciudades y trofeos de batallas pasadas con forma de huesos de Kiaju – monstruos gigantescos -; a pesar de todo esto, la humanidad siguió avanzando, los edificios reconstruidos y claro, la pobreza aumentando; las únicas personas que parecen mantenerse firmes en el status social son los contrabandistas y los pilotos de Jaegers – máquinas monumentales que sirven para dar caza a los Kiaju -.
Pacific Rim: Uprising – título en su idioma original – es una expansión de lo que planteó Guillermo del Toro en el año 2013. Estamos ante una evolución de lo pactado en pantalla sobre la lucha de robots y monstruos de otra dimensión, no obstante en la exposición de información que se da en La Insurrección hay algo faltante: el alma del proyecto.
Esta secuela dirigida por Steven S. DeKnight (Espartaco, Marvel’s Daredevil) carece de un desarrollo convincente para atrapar al público en esta nueva historia. Tenemos enfrentamientos a gran escala y volvemos a ver a personajes de la primera entrega (Charlie Day, Burn Gorman y Rinko Kukuchi regresan a sus respectivos roles) pero ese espectáculo visual que contenía heroísmo en base de acción se pierde por ofrecer momentos de diversión lúdicos. La palabra: “porque sí“, suena constantemente en esta película y Titanes del Pacifico: la Insurrección se convierte en un gran espectáculo de nada y al pasar los minutos esa nada se transforma en algo absurdo.
Hay caras nuevas en Titanes del Pacifico: La Insurrección. Scott Eastwood, Cailee Spaeny, Adria Arjona y Tian Jing se suman al reparto de secundarios pero ofrecen poco, al igual que Boyega, para mantener la película a flote; en el caso particular de Eastwood, el joven actor recurre a la imitación constante e imperfecta del manerismo de su legendario padre y para colmo sigue desperdiciando la posibilidad de un triunfo propio. Hablando un poco del protagonista de La Insurrección, Boyega resulta una caricatura al expresar sus líneas de dialogo con una elegancia falsa y forzada, todas sus reacciones en esta película resultan bochornosas y sin duda alguna los días de gloria del actor se están alejando de una abrumadora forma.
Titanes del Pacifico: La Insurrección es un film que ofrece más del universo Jaegers vs Kiaju pero de una manera simple y efímera; la película lamentablemente quedará en el olvido en poco tiempo y es, sin dudas, una decepción.