Love is like the lovely lemon tree
Lo que redime a Todo lo que necesitas es amor de ser la versión danesa de Mamma Mía, la película (además de no ser un musical) es que en la propuesta de Susanne Bier hay una subrayada e interesante dosis de drama emocional hilvanada entre sus hilos de comedia romántica y una suerte de “eureka” narrativo que nos hace, cuanto menos, sonreír y pasar 116 gratos minutos, pese a la predictibilidad de su trama.
Rodada en el sur de Italia (segunda sede intergaláctica del romanticismo cinematográfico, después de Francia) la historia organiza un combo agridulce a través del cual parece hablar más de la supervivencia ante la carencia de amor que de sus luces y mitologías fantásticas: planteando la problemática de la apariencia como centro gravitacional temático, Todo lo que necesitas es amor atiende a los tópicos revisitadísimos de la infidelidad, la homosexualidad reprimida, la enfermedad, los choques de clase y la muerte desde un humor que no deja de tener ciertas notas de lo denso y difícil de digerir de todo el cine de Bier.
Lejos de la estética de En un mundo mejor (2010) y más lejos aún de sus años de Dogma 95, la directora sugiere como plato fuerte, esta vez, la actuación fresca y sencilla de Trine Dyrholm en el protagónico femenino, a través de numerosos e intensos primeros planos que sirven de marco a la que tal vez sea la mirada más expresiva del cine danés. Su interpretación de Ida (una mujer que, en plena lucha contra el cáncer, se entera de que su marido le es infiel) es la más consistente y mejor resuelta de todo el film y es la fuerza de tracción y atracción de la obra, abriéndose paso entre personajes que buscan la gracia a través del estereotipo.
La notable cantidad de planos paisajísticos y la elección de un soundtrack que tiene por cabecera y leitmotiv la canción “That’s amore” de Dean Martin se presumen recursos forzados por partida doble: por el entorno de una Italia en su papel idealizado de paraíso romántico y por el canon hollywoodense del género en cuanto a puesta en escena que parece subyacer a este estilísticamente particular film de Bier.
Todo lo que necesitas es amor es una entretenida comedia romántica con estructura de shot de limoncello: algo dulce en la superficie y con un fondo ácido y fuerte que rompe, felizmente, con la primacía de lo acaramelado. Pero esta es una comparación posiblemente tan obvia como la linealidad cromática que opera entre el polvo amarillezco que tiñe los créditos de apertura, los copiosos y omnipresentes campos de limones y el amarillo ineludiblemente metafórico del vestido de Ida ante la inminencia de un nuevo amor.