Un secuestro destapa la olla de una manera impensada. La joven Irene (impecable labor de Carla Campra) llega a una fiesta de casamiento junto a su madre Laura (Cruz) en plan diversión pero también de reencuentro con un pasado feliz. O no tanto. En medio de la fiesta en un pueblo español (que nunca se nombra) y luego de un cambio de miradas entre Laura y Paco (Bardem), que fueron pareja, Irene desaparece. La fiesta deja de ser tal. Hay que digerir la torta de otra manera, porque el postre es la búsqueda de los culpables. Asghar Farhadi, que ganó prestigio con la oscarizada "La separación", planteó una trama bien pensada, pero no del todo lograda. Y, lo que es más grave, sin explotar al máximo a tres actores de la talla de Bardem, Darín y Cruz. Alejandro (Darín) llega al lugar de los hechos para recuperar a su hija, pero también para saber por qué la secuestraron y quién fue. En medio de las miserias familiares sale a la luz un secreto que no es tan así, en rigor es un secreto a voces. Ahí descubre que todos lo saben. Y tendrá que barajar y dar de nuevo. En ese derrotero transita la historia, en la que se nota demasiado que a Farhadi le costó dirigir a tres figuras de cierto peso en el mundo del cine occidental. Con un poco más de química entre Bardem, Penélope y Darín estaríamos ante una joyita. Pero no. La emoción queda a mitad de camino. Y eso, en un filme del laureado cineasta iraní, es como un pecado capital.