Las historias corales siempre tienen ese agujero negro inevitable. Y es la crítica al director que no se animó a jugarse por una buena historia y tiró las fichas en varias para pegar un pleno. Fausto Brizzi asumió ese riesgo pero salió airoso. A partir del relato de la vida amorosa de seis parejas, supo desentrañar los encuentros, desencuentros y vínculos que no se cortan con ex novios o esposos. El filme italiano se fortalece a partir del humor, aunque roza algún lugar común. El tono de comedia sobrevuela la mayoría de las historias, resueltas con una dinámica tan amena, que se equilibran con los pocos momentos dramáticos. Los actores, sin ser extrellas de Hollywood, rinden con suficiencia sus roles. Con expresiones sutiles logran emocionar y divertir. Lo mejor, lejos, es el caso de la mujer que tuvo como ex a un sacerdote, que no será otro que el responsable de casarla con su novio actual.