Mucho del pasado y poco del futuro
La nueva película del director Brad Bird propone ideas muy interesantes pero se estanca en clichés propios del género, e inclusive se permite ningunear a una protagonista
Este jueves llega a las pantallas de los cines locales Tomorrowland, la nueva película de Brad Bird, el consagrado director de varios éxitos animados de Pixar como Los Increíbles o Ratatouille que se fogueó en el trabajo con actores con Misión Imposible: Protocolo Fantasma en 2012.
Para esta nueva incursión cinéfila, Bird prefirió unir los dos mundos, y de esta manera Tomorrowland pasa a ser una película con intérpretes de carne y hueso con un alto componente de animación.
La historia narra la historia de un ex niño prodigio llamado Frank (interpretado por George Clooney) que en la década del ´60 es invitado a trabajar en una ciudad que existe más allá del tiempo y el espacio, en una dimensión paralela, llamada Tomorrowland.
Sin embargo, el tiempo convirtió los sueños de Frank en desilusiones, por lo que fue exiliado de ese lugar nuevamente a la Tierra.
Pero la oportuna llegada de una brillante y optimista adolescente llamada Casey (Britt Robertson) lo pone nuevamente en acción para urdir un plan con el que piensa salvar no sólo al planeta sino también al lugar de donde fue expulsado.
La premisa original, una ciudad en donde se aprovecha el talento de las personas que sueñan con un mundo mejor, derrocha originalidad por los cuatro costados, pero el problema principal del film es su puesta en escena.
Si bien Bird se las ingenia para articular espectaculares escenas de acción en cuanto le es posible, los discursos –decir diálogos es reducir la ingente cantidad de líneas que deben recitar los personajes a una mínima expresión- convierten lo que debería ser un divertimento familiar con mensaje en un alegato nerd de primera línea.
Y si bien "ser nerd" es como una moda entre los adolescentes de la actualidad, los contenidos aportados por el guionista Damon Lindelof (co creador de la también "selecta" serie Lost) tampoco ayudan a atraer niños pequeños a la aventura. Como si esto fuera poco, abundan los "clichés" destinados a ponerle algo de emoción y "corazón" a algo tan frío como es la ciencia, con lo que el filme pierde más puntos en ese aspecto.
Pero además de Clooney y la simpática Robertson , la película no aprovecha la presencia de Hugh Laurie (el reconocido intérprete de la serie Dr. House), que aquí oficia de contracara del protagonista para la promoción del filme; y relega a un espacio aún menor a Raffey Cassidy cuyo trabajo en esta producción es equiparable al de los tres anteriores gracias a su personaje de la autómata Athena.
Los aspectos técnicos del filme son impecables, sobre todo en la versión 3D, y poco se le puede achacar a las actuaciones del elenco.
En definitiva, Tomorrowland podría convertirse en la nueva Tron de Disney, un filme que en 1982 se convirtió en el más costoso que haya producido el estudio hasta ese momento y que obtuvo un notable fracaso en la taquilla, y que con el tiempo se convirtió en un filme de culto que se redimió con una secuela a la altura de las circunstancias (y de la actualización tecnológica del público) en 2010. A las películas adelantadas a su tiempo a veces les pasa eso.