Contra todos los molinos
Tras la pantalla es un documental que sumerge al espectador en el mundo de la industria del cine nacional y especialmente en el la intimidad del distribuidor Pascual Condito. Los que no lo conocían más que por nombre, seguramente se van a encontrar con un personaje que al principio les va a chocar, debido a su carácter, pero con el correr de los minutos y de entender lo que sucede en ese mundo, se le toma cariño. Las historias de todo lo que cuesta hacer y luego rogar porque funcione una película en nuestro país, son más que conocidas, pero en la intimidad de Condito, todo se ve de manera más detallada.
Si hay que definirlo en una palabra, es pasión, de la pura, de la que no deja ningún detalle librado al azar y que también lo hace sufrir, porque no es nada fácil remar en un mar que muchas veces suele estar picado. Condito respira cine todo el día, hasta lo tiene tatuado: en un brazo tiene a Totó, de Cinema Paradiso, mirando fascinado las cintas de película. Él también es como un niño que no se quiere despegar de los recuerdos que lo llevaron a ser quién es hoy y lucha constantemente para que quede algo más allá de los grandes tanques hollywoodenses que a veces lo ahogan. También tiene intentos para que sus hijos sientan el amor que él tiene por lo clásico, aunque no siempre le funcione.
Tras la pantalla es una película para guardar y para que se exhiba en todas las escuelas de cine, Pascual Condito es un gran ejemplo para que las nuevas generaciones sepan valorar el esfuerzo y además descubran a uno de los últimos Quijotes de la industria nacional.