Truman

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Cada uno se va como quiere

Julián (Ricardo Darín) está muy enfermo, y ha tomado algunas decisiones respecto a su enfermedad. Por eso Tomás (Javier Cámara), un amigo de toda la vida que ahora vive en Canadá, donde ha formado una familia, se ha tomado unos días para ir a visitarlo a Madrid.
Como si el tiempo no hubiera pasado, Julián y Tomás tienen la misma química de antes, se quieren, se abrazan, disfrutan estando juntos, y tienen esa conexión que solo los verdaderos amigos tienen. Pero no están solos, Truman, el perro de Julián, irá con ellos a todas partes.
No es fácil enfrentar la enfermedad de un amigo, a veces no se sabe qué decir, como tratarlo, no se ha estado estado en su lugar, y tal vez ni siquiera se sienta el derecho a opinar, pero Tomás no puede quedarse en el papel de simple observador y durante esos días acompaña a su amigo a todas partes: al médico, a su trabajo en el teatro, a visitar a su hijo en Amsterdan, pero especialmente a buscar un nuevo dueño para Truman, un nuevo hogar para su perro, al que quiere como un hijo, por eso necesita saber que estará bien cuidado luego de su partida.
Julián elige seguir siendo persona, no el portador de una enfermedad, quiere elegir cómo y cuando. Siempre fue bohemio, gracioso, creativo, y así como vivió se quiere ir, aún haciéndose cargo de que no todos estarán de acuerdo con su decisión, pero eso es parte de la vida.
La película se esfuerza en evitar golpes bajos, y salvo alguno que otro, lo logra. La protagonista no es la muerte, sino la amistad, esa que atraviesa los momentos buenos y los malos, y aquí la muerte se muestra como parte de la vida. El humor recorre toda la historia - humor bastante negro por momentos - y es donde mejor apreciamos como han construido su amistad, en base a ver el mundo de forma similar y de reirse de las mismas cosas. Los diálogos de ambos tienen momentos muy altos, llenos de humor, de ironía y un toque de cinismo.
Cesc Gay realiza una narración prolija, lineal, un relato muy emotivo, que conmueve, y nos hace reflexionar sobre la muerte o recordar a aquellos que perdimos, pero también nos hace reir muchisimo, y pone como eje la capacidad de tomar una decisión, de elegir cómo, aún en los peores momentos, pero sin moralejas ni bajadas de línea.
El filme tiene muy buena fotografía y una excelente elección de canciones que acompañan este relato en el que ambos actores se lucen con su interpretación. Como ya lo demostró en "Una pistola en cada mano", Cesc Gay sabe como explotar historias pequeñas, simples, mostrándolas con sensibilidad y profundidad.