Louis-Do de Lencquesaing (rostro familiar del cine francés que ha actuado en películas como “Caché”, de Haneke, “Le Mariage a Trois”, de Doillon y “Elles” de Malgorzata Szumowska junto a Juliette Binoche) debuta como director con este film que además protagoniza.
La película es un drama que se centra en un escritor (Paul) al que no mucho después de empezar la película se le muere su padre, a la vez está divorciado y vive con su hija (interpretada por su hija en la vida real, Alice) que ya no es una nena y tiene su trabajo y su novio, y además comienza una relación con Ada, una compañera de trabajo muy bonita (Valentina Cervi, que para mí tiene la perfecta combinación física entre Juliette Binoche y Laetitia Casta) que está casada y esconde cicatrices.
Diferentes temas de la vida, como las ilusiones y desilusiones, la infidelidad, la paternidad, la muerte, el amor… o simplemente, las relaciones, como lo que son por naturaleza, complejas y llenas de opciones y senderos, se tratan con elegancia y sencillez, pero sobre todo frescura. Quizás en gran parte por las actuaciones, porque con simples acciones, miradas o risas, logran transmitir bastante. Alice está muy bien como Camille, la adolescente que se enamora intensamente de un futbolista que tiene sus propios demonios escondidos. Y hay escenas que saltan del drama a la tragicomedia de un modo tan natural como pocas veces se ve (esto se ve más que nada en la trama de la madre de Paul, interpretada por Martha Keller, intentando afrontar la partida de su marido y las posteriores escenas, como la del funeral).
La mujer toma un lugar primordial en el film porque lo que hace Lencquesaing es mostrar tres generaciones femeninas:
Camille es la joven que empieza a vivir como adulta, a enamorarse, a trabajar, y está llena de ilusiones. Y no entiende cómo su relación tan intensa con su novio de repente se desmorona porque quien se desmorona es él. Y es además quien parece ser la más madura, y reta a su padre cuando descubre su amorío, porque lo que esto produce en ella es una fuerte desilusión.
Ada es la mujer adulta que ya tiene una vida formada, un lindo hogar, un trabajo estable, un buen marido, y una hermosa niña. Y al conocerlo a Paul casi en el mismo momento en que a él se le muere el padre, comienza un romance, aún estando a meses de casarse.
Y Mina (Keller), que ya vivió todo eso y ahora intenta seguir viviendo sin su compañero de ruta. Es quien aporta un poco de humor ante el drama de la vida misma. Llora hasta reírse.
“Supongo que no hay un momento correcto para madurar” dice en algún momento la voz en off del protagonista, el hombre que se encuentra a escondidas con una mujer que tiene el hogar perfecto, pero cree amar a dos hombres. Y eso no le molesta, o por lo menos no es algo que intente cambiar, acepta este amor así como se lo ofrecen. ¿Se puede amar a dos personas por igual? La respuesta no se da porque probablemente esa pregunta ni siquiera la tenga.