Cuando vi el trailer por primera vez ya supe que iba a llorar esta película entera. Y es que tiene todos los ingredientes para asegurarte esto. Basada en una historia real, nos enfocamos en la experiencia de Saroo, un chico que se perdió en un tren cuando intentaba robar para sobrevivir y que estuvo 25 años intentando volver a casa.
El film se inspira en el libro que escribió su propio protagonista, posee los condimentos necesarios, hasta imágenes de los verdaderos protagonistas para lograr que usemos todos los kleenex de la cartera. Protagonizada por Dev Patel, el mismo que nos arrancó el alma en “Slumdog millionaire”, junto con Nicole Kidman y Rooney Mara, va hacia la lógica más profunda de la identidad y de los lazos que nos unen entre nosotros.
Filmada de una forma formidable, sobre todo para los mágicos recuerdos de su niñez, Garth Davis además nos regala los espacios de Tasmania en Australia para acentuar esta distancia y este océano que se interpone entre este chico y su madre.
El film, en sus casi dos horas, no se siente forzado ni sobre edulcorado. Acierta en ir directo al grano con sentimientos universales como el no sentirse parte de la familia por momentos, celos de un hermano, la ausencia de su hermano de sangre, el enamorarse pero tener sus propios demonios. Si bien pasa por situaciones extremas, su capacidad de supervivencia y de protegerse son asombrosas y le dan otra dimensión más cercana a la película.
El uso de la música es probablemente de lo más remarcable y que acentúan, como en todo melodrama. Aun así, el efecto es apenas correcto, con una historia conmovedora y una formidable dirección, pero que no pasa más que de eso. Probablemente me detendría a mencionar nuevamente a Patel que lo defiende con uñas y dientes. Pero eso es todo.