Nat Faxon y Jim Rash son dos actores, en especial de comedias, que escribieron junto a Alexander Payne el guión de The Descendants, por el que ganaron el Oscar, y ahora escriben y dirigen su primera película, The Way Way Back, para la cual se reservan dos pequeños y especiales papeles para interpretar.
Algo tiene ir en la parte trasera de la camioneta, con la perspectiva cambiada: no vemos a dónde nos llevan, pero sí aquello que vamos dejando, pero es también el lugar que nadie quiere. Y este es el punto de partida que Faxon y Rash utilizan para contar esta historia.
Duncan viaja así, junto a su madre (Toni Collette) y su pareja (Steve Carell), un hombre que se hace el amable pero que no congenia con Duncan y no parece esforzarse por hacerlo, con una cara de hastío y enajenación, pero en silencio, no se queja, obedece.
Y de repente se topa con una sonrisa, la de Owen (Sam Rockwell, demostrando una vez más lo genio que es). Es él, quien en un segundo encuentro, jugando al Pacman le da un consejo (sobre el juego pero que, claro, hay que aplicarlo a la vida, que es el gran juego al fin y al cabo): no sigas el patrón, hacé tus propios movimientos.
Mientras estas vacaciones en la playa son como un “spring break para los adultos”, que beben y bailan desinhibidamente, son los más jóvenes los que no se sienten cómodos. Duncan desearía poder pasar esas vacaciones con su padre. La hija de la vecina, interpretada por AnnaSophia Robb (la joven Carrie Bradshaw) también, permanece afuera de la casa con su celular en la mano esperando a que éste lo llame.
Mientras el resto de los adolescentes hacen vida de cualquier chico de su edad (playa, coqueteo, sufrimiento por ¿amor?), ellos se aíslan y se encuentran, a veces con pocas palabras, pero siempre con las miradas. Y en uno de esos escapes de la realidad, Duncan toma la bicicleta que encuentra, no importa si es de niña, y llega a un parque de diversiones acuático.
Y allí va a poder ser él mismo y aceptado y querido. Por eso, de repente ese lugar se transforma en su “ningún lugar”, un lugar que no se parece a ningún otro.
Y el dueño de este lugar no es otro que Owen, un hombre que parece despreocupado, divertido, que hace las cosas a su modo, o no las hace. Ese parque de diversiones es otro mundo, con personajes muy particulares pero que tienen en común que son personas que llegaron ahí esperando irse al poco tiempo pero se quedaron, algo hizo que no pudieran irse.
Y seguramente ahí radique el hecho de que los directores decidan interpretar a dos de estos personajes.
The Way Way Back es una comedia capaz de generarnos muchas risas pero también de conmovernos. Actores como Sam Rockwell y Allison Janney (la vecina, madre del interés amoroso de Duncan) aportan una gran dosis de frescura y probablemente sean quienes mayores carcajadas nos provoquen.
Toni Collette está tan fantástica como siempre, transmitiendo tanto en una sonrisa forzada y una mirada triste. Y Steve Carrell está muy bien en un papel al que no estamos acostumbrados a verlo, un hombre que aparenta ser amable y cariñoso pero Duncan ve como verdaderamente es, quizás porque ante él ni siquiera se molesta en actuar. La película permite desarrollar varios personajes secundarios y no descuidar a ninguno de ellos, cada personaje tendrá el cierre digno que se merece, sea en una sonrisa, un gesto, o un paso adelante.
Y como suele suceder, que logramos encontrar el camino adecuado después de las peores situaciones, Duncan va a encontrarse a sí mismo después de enfrentarse a las cosas como son, como le tocaron. Pasando por encima de ellas, como en un tobogán de agua.