“168 domingos me llevó construir el cine”, cuenta Omar Borcard, un obrero de un pueblo de Entre Ríos cuyo amor por el séptimo arte lo lleva a construir su propia sala después de que cerrara el cine al que asistía semana a semana, una construcción a la que sólo le podía dedicar sus días libres: los domingos.
Un cine que no será fácil mantener en pie, no para alguien a quien le significa algo muy distinto a un negocio. Este documental dirigido por Luz Ruciello narra la historia de Omar a través de sus palabras e imágenes que lo siguen en su día a día, cotidianeidad que por supuesto está muy ligada al amor que siente por el cine.
En algún momento se ahondará un poco más en cómo nace ese idilio y también la importancia de ciertas figuras omnipresentes: Palito Ortega es para él el equivalente a lo que puede ser una estrella de Hollywood, “porque los héroes del celuloide nunca sienten dolor y los héroes del celuloide nunca mueren realmente”, como cantaba Ray Davies junto a The Kinks.
La cámara lo sigue en la intimidad de su casa (y a veces la directora se introduce ella misma dando indicaciones) e incluso cuando viaja a Buenos Aires buscando películas para proyectar y se encuentra con el mundo de las distribuidoras, que le resulta extraño y ajeno porque para ellos es un negocio.
A él en cambio no le interesa hacer dinero con el cine, de hecho no lo hace, lo utiliza para promover la cultura e invita a todos a ver sus películas. Para Omar todo está hecho a pulmón, también el programa de radio que conduce donde aprovecha para promocionar y hablar de las películas que proyectará.
Luego también la narración toma un giro inesperado que pondrá de nuevo a su protagonista en el rol perseverante que le toca interpretar en su vida, cuando cierta circunstancia lo lleva a empezar otra vez. Acá se generan los momentos más emotivos, capaces de emocionar a cualquier persona y de una manera absolutamente genuina.
Sin grandes artificios y con mucho corazón y honestidad es que el documental pone en foco a un personaje cuya historia parece salida de una película. “Un cine en concreto” logra plasmar una historia pequeña y valiosa, especialmente para quienes amamos el cine y sentimos que fue éste quien nos salvó y nos brindó un necesario refugio, además de brindarle la importancia que se merece a un ritual que no cambiaríamos por nada.