Hay muchas cosas que no funcionan en Un despertar glorioso, y la enumeración de problemas puede empezar con la traducción del título. El carisma de los personajes (que no es lo mismo que el de sus intérpretes) tampoco ayuda demasiado, sobre todo si se tiene en cuenta las canalladas laborales que se cometen una tras otra. Pero Rachel McAdams y Harrison Ford consiguen, con la ayuda de Diane Keaton y Jeff Goldblum, que no importe demasiado que la película este siempre a mitad de camino entre la comedia y el romance. Un despertar glorioso encuentra el rumbo en la descripción de las miserias universo laboral contemporáneo y, sobre todo, de la lucha en los medios de comunicación entre periodismo y entretenimiento.