Una discusión infantil termina con un niño hospitalizado por la perdida de dos dientes. Días después, los padres de victima y victimario, dos matrimonios respetables de la clase media neoyorkina, deciden reunirse civilizadamente para limar asperezas y resolver la situación como adultos. La tensa calma estalla en guerra campal gracias a un pequeño tecnicismo, y de allí en más las discusiones (entre ambas parejas, entre diversos sexos y en todas las combinaciones posibles) irán subiendo el tono hasta transformar ese elegante departamento en una exposición de todas las miserias humanas.
Basada en la obra teatral homónima, que en nuestro país fue dirigida por Javier Daulte y vista por más de cien mil personas, esta trasposición no tiene ni el dinamismo ni la vertiginosidad de su texto original, a pesar de que su autora (la francesa Jazmina Reza) haya sido la encargada de adaptar el guión junto a Roman Polanski.
Hay piezas teatrales que al sacarlas de su ambiente natural pierden fuerza, vigor, impacto y su verdadera razón de ser. ¿Por qué ver “teatro filmado” si efectivamente podemos ir a una sala a apreciar la historia tal y como fue concebida? Más allá del talento y los años de destacada trayectoria de cada uno de los cuatro actores protagónicos (Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster y John C. Reilly), el resultado final dista bastante de la perfección. Sin embargo, uno no puede dejar de preguntarse cuál hubiera sido el resultado al verlos en vivo sobre un escenario.
Recomendación: sólo para aquellos que vayan a descubrir la historia por primera vez.