¿Quién quiere ser beisbolista?
En Un golpe de talento, el nuevo filme de Disney, un mánager de estrellas del béisbol viaja a la India y organiza un concurso televisivo.
Hace unos años fue ¿Quién quiere ser millonario?. Luego, el éxito de Una aventura extraordinaria (La vida de Pi), la película del niño, el tigre, la barca y 20th Century Fox. Ahora Disney hizo su propia historia con especias, y va detrás de un objetivo similar: tender nuevos puentes entre el tercer y el segundo mercado cinematográfico del mundo, Hollywood e India respectivamente (ambos detrás del líder Nigeria, aunque a muchos les parezca increíble) y multiplicar espectadores.
El resultado se llama Un golpe de talento (“El brazo del millón de dólares”, en el original), un filme con un elevado estándar técnico y artístico, pero que transmite una pasión más bien escasa y hasta se comporta de un modo anodino.
¿Una causa? El empobrecido enfoque del tema. El béisbol y el cricket no son disciplinas muy populares en la Argentina, pero el amor al deporte es bastante generalizado. Terreno fértil para una obra de estas características, entonces. Sin embargo, el relato no contagia. Un manager de estrellas del béisbol que intenta abrirse camino como independiente, está acuciado por las deudas y con su socio toma una decisión casi desesperada. El hombre viaja a la India, organiza un concurso de talentos, selecciona a dos jugadores de cricket (un deporte muy similar) y se los lleva de regreso a Estados Unidos. Allí los pone en manos de un buen entrenador, para que los transforme en las nuevas figuras de la liga norteamericana, en un tiempo récord.
Suena bien, en principio. Entonces, ¿dónde no cuaja ese enfoque? El cuento está contado con la perspectiva de un empresario que quiere crecer. Abrir un nuevo camino en su territorio, con una “mercadería” exótica entre sus manos. Un tema que no es ni bueno ni malo en sí mismo, pero que se queda en la categoría de lo predecible.
Tampoco explora con suerte a los personajes que viven esas circunstancias. De los muchachos traídos desde la India, con su desarraigo, las presiones, la adaptación, se hace un retrato muy parcial. La vecina, un romance cantado en el camino del manager. El mismo empresario, quien de a ratos pareciera tratar a sus invitados como mascotas, niños o bienes de su propiedad, no sale muy beneficiado por los trazos que lo pintan, aunque se noten algunos intentos de reparación.
Se deja ver, pero Disney puede hacerlo mejor.