Adiós, Robert
La película final de Robert Redford antes de anunciar en agosto de 2018 su retiro definitivo de la actuación a los 82 años, Un Ladrón con Estilo (The Old Man & the Gun, 2018), funciona como un homenaje tanto a la extensa carrera del señor como a la disposición natural a desempeñarse en la profesión que sea, por más que hablemos específicamente de asaltar bancos (la verdad de fondo del rubro vuelve a aparecer: “ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón”). La obra en sí retrata el derrotero criminal de Forrest Tucker, un norteamericano que se transformó en una figura popular legendaria porque se pasó casi todo el Siglo XX entrando y saliendo de prisión, pergeñando fugas de diversas cárceles y en suma dando rienda suelta a su fetiche cleptómano, ese que lo llevó a jamás abandonar los asaltos -incluso en su vejez- y a vivir una “doble existencia” a espaldas de sus sucesivas esposas a lo largo de los años.
El guión del también director David Lowery, aquel de las atendibles Mi Amigo, el Dragón (Pete’s Dragon, 2016) y A Ghost Story (2017), está basado en un artículo de David Grann de 2003 -publicado en The New Yorker- aunque decididamente debe haber pasado por muchas revisiones ya que el film se aparta bastante de los hechos reales para rendirle honores -de manera previsible/ comprensible- a un Redford/ Tucker desde ese clasicismo entre ensoñado y nostálgico que caracteriza a Lowery, aquí más que nunca adaptándose a la mítica figura del séptimo arte que tiene delante suyo. Así las cosas, el relato se divide entre los atracos en 1981 de un Forrest muy veterano con sus dos compinches, Teddy (Danny Glover) y Waller (Tom Waits), su acercamiento romántico a Jewel (Sissy Spacek) y la persecución policíaca de la que es objeto por parte del oficial John Hunt (Casey Affleck).
Si bien por momentos la propuesta se torna algo repetitiva y morosa a nivel narrativo, lo cierto es que posee un corazón muy querible principalmente debido a que deja brillar al natural a un Redford que no necesita de diálogos cancheros ni chistecitos de manual ni escenas de acción rimbombantes para dejar en claro que tiene un carisma enorme frente a cámaras, planteo que a su vez está apuntalado en un casting prodigioso en el que se destacan en especial una maravillosa Spacek, toda una experta en eso de infundir de humanismo a cualquier proyecto en el que participe, y un Waits inmejorable que nos regala un monólogo navideño muy hilarante que responde en un cien por ciento a su cosecha personal de siempre. Quizás el rol de Affleck, el actor fetiche del realizador, se siente un poco forzado y/ o fuera de lugar al comienzo de la trama sin embargo por suerte con el correr de los minutos el personaje va ganando envergadura a medida que la admiración hacia Tucker, un sutil caballero del robo y el arte de porfiar ante todo, se va acrecentando.
Lowery llega al punto de incluir referencias bien claras a Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969) y El Golpe (The Sting, 1973), amén de metraje concreto de La Jauría Humana (The Chase, 1966) y Carretera Asfaltada en Dos Direcciones (Two-Lane Blacktop, 1971), en este último caso porque el director identificó similitudes entre Tucker y el personaje de Warren Oates, G.T.O., del clásico contracultural de Monte Hellman. Sin ofrecer ningún elemento novedoso dentro de la iconografía del film noir hollywoodense, de todos modos Un Ladrón con Estilo es una epopeya minimalista más que digna que subraya el carácter de librepensadores/ forajidos/ diletantes elogiables en lo suyo de dos hombres -las dos leyendas de turno, el hombre real y el actor, Forrest y Robert- que se llevaron puestas a las execrables estructuras institucionales de sus respectivos ámbitos de trabajo para no dejarse someter por nada ni por nadie, regalándonos de paso una autodespedida encantadora que equivale tanto a las lágrimas como a las sonrisas en una escala agridulce similar a la vida…