Alzando la voz.
¡Los Abbot no tienen paz! Nos sumergimos en la secuela de Un lugar en silencio, para saber más acerca de esta atrapante historia donde el mutismo es uno de los protagonistas. Si bien la primera parte tenía un corte más experimental, por el tema del sonido para no alarmar a los alienígenas, aquí entramos en acción desde la escena de apertura. O sea, la mentada “normalidad” dura solo minutos.
Desde el vamos sabemos lo que le ha sucedido a esta amorosa familia compuesta por Evelyn (Emily Blunt), el bebé, su hija hipoacúsica Regan (Millicent Simmonds), su hijo Marcus (Noah Jupe) y su esposo Lee Abbott (John Krasinski, también director de ambas cintas). Y nos situamos en el día que comenzó todo, el día 1, en un apacible partido de baseball donde juega Marcus, para de repente ver como una enorme bola de fuego cae del cielo.
El caos abunda, y en poco tiempo comienzan a atacar los temibles monstruos alienígenas (muy parecidos a los demogorgons de Stranger Things). De allí, el salto temporal y nos ubicamos en donde culminó la primera entrega, y con las terribles perdidas acarreadas en el camino. Evelyn y sus hijos, ya están acostumbrados al silencio para sobrevivir, recordemos que los bichotes se guían por los ruidos, dado que son ciegos.
Y erran por el bosque sin rumbo fijo, hasta toparse en una especie de bunker con Emmet (Cillian Murphy), ex amigo del matrimonio Abbot, y ahora un poco reticente a ayudarlos y darles cobijo. Mientras Marcus está herido por caer en una trampa para animales, su hermana Regan logra descifrar a través de una canción que sintoniza la radio, la posible clave para encontrar una escapatoria a este infierno. Un posible lugar libre de los monstruosos.
Cobrando bastante protagonismo Regan, desde su perspectiva no audible, la película toma dos historias paralelas: lo que sucede en la búsqueda hacia el “utópico” lugar con Regan y Emmet; a su vez como Evelyn se las arregla para ir a buscar medicamento para su hijo herido. La tensión no da respiro en ninguno de los relatos. La necesidad de derrotar a los invasores hace que la voz se eleve cada vez más, ya hay cansancio y a los demonios hay que enfrentarlos.
Una secuela con mucho nervio narrativo, con pocas explicaciones, donde nuestros protagonistas ponen el cuerpo para hacer frente a la situación, para cambiar sus destinos. La empatía con la familia se palpita, esta continuación funciona casi de manera orgánica, con total naturalidad. No hay desfasajes groseros, el universo creado se respeta añadiendo nuevos personajes y circunstancias. Un lugar en silencio 2 toma el buen camino, cerramos la boca mientras esperamos ansiosos la parte tres.