La realidad búlgara, vista con ojo crítico
El tiempo que pasa y la voz anónima que nos lo recuerda en el teléfono no ocupan porque sí desde el comienzo la banda sonora de Un minuto de gloria, esta notable coproducción búlgaro-griega de los realizadores de La lección, Kristina Grozeva y Petar Valchanov. Y no sólo porque en la pequeña anécdota que les sirvió como punto de partida (un trabajador ferroviario que devuelve un maletín con dinero que encuentra por azar) tiene decisiva incidencia la desaparición de un reloj pulsera de especial valor afectivo para el protagonista, sino porque esa breve historia les permite a los directores retratar críticamente una realidad (el aparato burocrático, para empezar) denunciada frecuentemente por el cine del este europeo.