Un minuto de gloria es una película de la que no se espera demasiado, tal vez porque hoy en día prejuzgar es fácil, pero este film proveniente de Europa del Este es una de las sorpresas del año y sin dudas es necesario tenerlo en cuenta.
La historia es simple: un trabajador ferroviario llamado Tvanko Petrov (Stefan Denolyubov) encuentra en una de sus salidas rutinarias una cantidad millonaria de billetes en plenas vías del tren. Tvanko no duda ni un segundo en avisar a las autoridades correspondientes, las cuales lo declaran un héroe ofreciéndole una breve -y tal vez falsa- gloria y un reloj; ese es el momento en que Un minuto de gloria (Slava, 2016) se aleja de la trama rutinaria y explora los rincones clandestinos del poder.
Como si fuera uno de los episodios de la película Relatos Salvajes de Damián Szifron, este film busca atrapar al espectador con momentos que se asemejan a la vida real. El “son así”, “esto pasa acá también” va a estar presente continuamente en la mente de todo aquel que elija ver la película; las situaciones que se van presentando a Tvanko son asombrosamente verídicas, ya que pueden suceder en cualquier momento y a cualquier persona. Tvanko es un trágico héroe social, un“Bombita Darín” exportado de los Balcanes.
En actuaciones, Un minuto de gloria demuestra más sorpresas. Stefan Denolyubov y Margita Gosheva funcionan como el ying y el yang actoral de esta historia; mientras él se muestra frágil e indefenso a los acontecimientos, ella controla implacablemente todo momento aplicando acción y reacción en los ideales de su personaje. De todas formas, lo que se destaca sin lugar a dudas, a pesar de la vociferación de grandes palabras de parte de estos dos grandes actores, es la complicidad de ellos con la cámara; los silencios son adecuados para cada momento y al mismo tiempo absolutamente hilarante la forma en que Kristina Grozeva y Petar Valchanov -sus directores- los presentan.
Un minuto de gloria peca por ser predecible; el espectador se da cuenta que tarde o temprano la justicia va a estar presente entre toda esta serie de eventos desafortunados, no obstante, su guión es astuto, directo y engancha lo suficiente para mantenerse a flote en los 90 y pico de minutos que dura el largometraje. Francamente, esta película es una GRAN OPCIÓN si se quiere disfrutar del género comedia negra; el karma está a la orden del día y es un justo representante para Bulgaria en la próxima entrega de los Premios de la Academia.