Un Sueño Posible es la otra cara del drama deportivo. Normalmente este peculiar género habla acerca de cómo el esfuerzo, expresado a través del sudor de los personajes, les permite tocar el cielo con las manos. Uno tal vez primero piense en Rocky como el primer ejemplo, o bien, al saber que se trata de Fútbol Americano uno recuerde a Rudy, sobre todo porque se trata de fútbol americano escolar. Bueno, esto no es tan así. Estamos frente a una extraña mezcla entre filmes como Vidas Cruzadas, Radio y Somos Marshall, con algunos toques de Duelo de Titanes. Extraña mezcla si las hay.
Esta es la otra parte de las historias deportivas ¿Qué pasa cuando uno quiere que estás cosas pasen? ¿Qué pasa cuando uno se vuelve un personaje dentro de la historia para dar una mano?
Acá el personaje de Sandra Bullock representa, en cierto modo, el deseo de los americanos de que el sueño americano sea algo posible, e interfiere directamente en hacer esto posible para el protagonista. Es algo 100% altruista, no, no lo es. Son solo negocios, tampoco. Es una extraña mezcla entre ambos, y eso resulta un poco incómodo para el espectador. La película se mueve constantemente en un territorio ambiguo y delicado, donde las vetas de lo deportivo y lo político/social no se distinguen como deberían, o no se hacen las analogías de forma apropiada. Más allá de esto, la película cumple con la cuota necesaria de ambos temas, y por supuesto, con la cuota de moralina correspondiente.
En lo que lo deportivo representa hay un respeto bastante interesante sobre lo que es el juego en si. No es la historia del quarterback talentoso que tira pases imposibles, o el equipo de chicos sin talento que logra hacer historia. Es la historia de un tacleador ofensivo con voluntad y un poco de suerte. Y eso es interesante. Se muestra desde otro lugar el proceso de draft escolar, y eso también resulta interesante. Si bien uno no puede decir que se respeta todo el espíritu del libro The Blind Side: Evolution of a Game, hay ciertas cosas que aquel que mira Fútbol Americano disfrutará un poco.
Todas estas contradicciones, o mejor dicho, tensiones que se hacen presente en la película hacen que el resultado final tenga un gusto agridulce, tal vez sea que el director jugó un poco a ser “Sandra Bullock” y puso un poco de sus propios deseos para que la balanza se incline para un lado, en lugar de aprovechar esos grises para dotar a la película de personalidad. De todos modos, no puedo evitar pensar que es una historia que vale la pena contar y que, al leerse entrelíneas, se puede encontrar algunos detalles interesantes, y un poco críticos.