Perry y Gail Perkins (Ewan Mcgregor y Naomi Harris respectivamente) toman unas vacaciones en Marruecos con el objetivo de mejorar su fracturado matrimonio, por cuestiones del azar se meten en la vida de Dima (Stellan Skarsgård) un “Vory” de la mafia rusa que al implorar ayuda los arrastra hacia una cacería de gato y ratón.
Un traidor entre nosotros es la nueva adaptación de una de las últimas obras de John Le Carré (novelista británico especialista en el género de espionaje). Si están acostumbrados a este autor, ya saben que sus libros no se basan en resolver situaciones a los disparos (las armas se utilizan en caso extremo), le Carré prefiere utilizar el suspenso, el thriller en su máxima expresión, dando importancia al buen desarrollo de personajes y Un traidor entre nosotros ofrece justamente eso, personajes ricos interpretados de forma supremo por los actores: Stellan Skarsgård se hace querer, roba toda escena y prácticamente se lleva al resto del reparto por delante, es increíble como uno desea buena fortuna para este personaje lleno de tatuajes, que posee más alcohol en sus venas que sangre.
Desde Marruecos, pasando por Francia, Suiza y terminando en Londres, la película es un deleite visual, con gran cantidad de escenarios a disposición del ojo espectador. Del calor al frio, el clima va cambiando casi en sincronía con la tensión que se ve en pantalla, esto es gracias a Anthony Dod Mantle y su especialidad en fotografía. El film se esfuerza, tal vez al extremo, en querer contar una historia compleja y llena de interrogantes, pero con su corta duración (la cual es la correcta para no caer en algo tedioso) no logra cautivar lo suficiente.
Todo se muestra sin demasiada importancia, como si su directora, Susanna White, pensara más en su cheque que en entregar un proyecto de calidad en las salas. Un traidor entre nosotros es una película para ver solamente por sus actuaciones. Genera suspenso pero acompañado de una sensación ya antes vista en otros films. Buena en su simpleza.