Felices por siempre
Producida por Oprah Winfrey y Steven Spielberg, Un viaje de diez metros (The hundreed foot journey, 2014), podría ser una de esas películas con moraleja que vemos en el programa conducido por Virginia Lago, Historias del Corazón.
Hassamkadam (Manish Dayal) es un inocente cocinero con un talento innato para el arte culinario que debe exiliarse de su India Natal junto a su familia. Las vueltas de la vida los traen a la pintoresca aldea francesa De Saint Antonin Noble- Val en donde deciden abrir su propio restaurante Hindú. El problema surge cuando descubren que frente a su propiedad se encuentra el prestigioso restó Francés de MadamMallory (Helen Mirren), y no pasará mucho tiempo hasta que ambos restaurantes se declaren la guerra.
“El hogar está en donde esté la familia” y “Hay que cocinar con el corazón”, son algunas de las enseñanzas que el director Lasse Hallström insiste en dejarnos. Y claro, en contraste con la cocina tradicional y en diminutas porciones que ofrece Madam Mallory, la comida hindú del restaurante Maisón Mumbai, es familiar, ofrece porciones gigantescas y no siempre sigue una receta.
A pesar de mantener estilos completamente distintos , ambos restaurantes empiezan a competir entre sí para ver quien consigue traer mas gente y quien cocina la mejor comida de la aldea. Madam Mallory, tan refinada ella, tan tradicional, y el jefe de la familia, Papá (Om Puri) que encarna su extremo opuesto, tienen algunas de las discusiones más divertidas cuando se esmeran en presentar ridículas propuestas al gobernador del pueblo para acabar con su contrincante, pero, como ya todos podemos anticipar, aquí se pondrá en práctica el trillado dicho que dice que del odio al amor…hay un solo paso.
Para nuestra sopresa, en un determinado momento, se abandona bruscamente la línea narrativa establecida, para concentrarse en las ambiciones personales del joven Hassam y en su deseo (que jamás había expresado ni sugerido hasta que el film lo propone arbitrariamente) de convertirse en el mejor chef del mundo.
En fin, más allá de todo esto, hay que admitir que los films culinarios (Chocolate, El chef, Ratatouille, y tantos otros) se caracterizan por su encanto desde lo estético, y esta no será una excepción. La mezcla deliciosa de sabores y preparaciones culinarias, algunas hindúes y otras de la frenchcuisine sumadas a la belleza del pequeño pueblo, generará una inevitable sensación agradable y logrará introducirnos exitosamente en el mundo culinario que sugiere.
Un viaje de diez metros no le hace asco a ninguna moraleja empalagosa, pero todos podemos tener uno de esos días en donde necesitamos ver este tipo de films, en donde ya sabemos que al final los conflictos de todos se solucionarán y que vivirán felices comiendo… (en este caso no se trata de perdices) pero si de una de las especialidades de Hassam.