Hace ya un tiempo que siento que el género comedia es el más bastardeado. Bajo la lógica de que por hacer reír la película tiene que ser liviana o amorfa, honestamente, cansa mucho. Las romcom son de las peor tratadas de estas ya que, de alguna manera, en pos del romance y algunas risas cómplices entre los protagonistas mientras suena más fuerte la balada popera de fondo, ya está. No es un problema con la fórmula, sino con que siento que se subestima al espectador.
Burnt es la historia de Adam, quien supo ser en un momento un chef de moda en París y se dedicó a autodestruirse hasta lo más bajo. Cuando sintió que había pasado por el Purgatorio, decide volver en otra ciudad: en Londres. Ahí tendrá que valerse de tu talento, de su ojo para buscar otros talentos y de aquella agenda de contactos que tenía.
Cooper siempre tuvo una buena vena para el romance. Desde los papeles más pequeños en las pelis más imperceptibles, es un hombre que maneja muy bien sus gestos mínimos y la cámara para este tipo de historias, lo ama. Sienna Miller es de las mujeres más hermosas del mundo, para mí y, si bien nunca será una actriz que nos vuelva locos, en este caso cumple como la madre soltera que intenta abrirse paso. Daniel Brhül, todos lo amamos, pero en esta película no podía lucirse demasiado como el hombre enamorado de Adam. La batería de secundarios se completa con la adorable Emma Thompson, una aparición casi que cameo de Lilly James y la reciente y ubicua Alicia Vikander.
Con una fotografía de luces duras pero con maravillosos objetos frente al lente, no paramos de maravillarnos con los colores de la comida y con el ritmo visual que ya aprendió en el quirófano de E.R. Emergencias el director y así la cocina cobra vida en planos muy cerrados, muy cortos y con mucho movimiento. John Wells, quien también se destaca por su trabajo dirigiendo Shameless, pone todo su oficio al servicio de la historia. Pero es que justamente la falla es esa: la historia.
Los personajes son planos y chatos a más no poder, al punto de que la fórmula se vuelve tremendamente predecible, donde no se puede ni jugar al suspenso. Los intentos del resto por defender la película parece en vano, ya que ni siquiera la musicalización puede enganchar como asociamos mucho con el set londinense (piensen, si no ¿Qué sería de About time sin ese pop inglés memorable? ¿O de Love Actually?).
Podés esperar tranquilamente que llegue a una plataforma online.