Emiliano Fernández (CineFreaks):
De viaje por Asia
El conservadurismo ramplón y la falta de originalidad enmarcan las características excluyentes de casi todas las comedias que llegan a la cartelera de nuestro país: como no podía ser de otra forma, Una pareja despareja (2016) viene a engrosar la lista y no mucho más…
El finlandés Renny Harlin es uno de esos artesanos maltrechos como ya casi no existen en el ámbito cinematográfico de nuestros días, un profesional insistente y todo terreno que ha deambulado por muchos géneros del catálogo actual con un desempeño relativamente aceptable, por lo menos en lo que a él le compete. El único problema del señor -uno muy grave, a decir verdad- es que nunca se caracterizó por su originalidad y/ o talento, circunstancia que nos suele condenar a una medianía bastante cansadora a largo plazo (su eficacia a la hora de entregar blockbusters va de la mano de la ausencia de ideas novedosas o una mínima profundidad en lo que respecta al desarrollo de personajes). El realizador comenzó su carrera en el mainstream con un par de eslabones potables en las franquicias de Freddy Krueger y John McClane, pero desde hace tiempo anda algo perdido en la clase B.
Lejos de la que podríamos definir como su “cumbre creativa” de mediados de la década del 90, léase Riesgo Total (Cliffhanger, 1993) -quizás la mejor propuesta de Sylvester Stallone de aquel período- y El Largo Beso del Adiós (The Long Kiss Goodnight, 1996), la presente Una Pareja Despareja (Skiptrace, 2016) se ubica dentro del pelotón de trabajos agridulces del director de los últimos años: en este caso hablamos de una obra simpática aunque olvidable que funciona como un vehículo comercial para Jackie Chan, quien viene de una racha de productos destinados al mercado chino y hoy decide abrirse de nuevo a Estados Unidos. El título en castellano aclara la fórmula del film, sólo basta decir que la contraparte del hongkonés es Johnny Knoxville, el líder de la troupe de Jackass, aquella locura de comienzos de la década pasada, prácticamente el último show interesante que generó MTV.
Una vez más en Una Pareja Despareja nos topamos con la misma situación de siempre de la carrera de Harlin, en esencia secuencias de acción bien construidas, una trama algo endeble e inserts cómicos que no terminan de convencer del todo debido a cierta torpeza en cuanto a los remates y la puesta en escena. En simultáneo tenemos que reconocer que la película no apunta alto y se conforma con ofrecer un surtido ameno de las “marcas registradas” de los dos protagonistas de la faena: mientras que Chan se luce con una nueva colección de coreografías frenéticas vinculadas al cine mudo, las artes marciales y el slapstick en general, Knoxville por su parte complementa a la perfección con una serie de porrazos muy hilarantes y referencias a la integridad de su mochila genital. La simpleza y buenas intenciones de fondo ayudan a que el opus resulte entretenido y no pase vergüenza.
La historia gira alrededor de un viaje desde Siberia hacia Hong Kong a cargo del dúo y la excusa es transportar un celular de un capo mafioso de China llamado el Matador, en propiedad del personaje de Knoxville, que probaría la identidad del susodicho (hoy Chan interpreta a un detective y el norteamericano a un “artista de la estafa”, especializado en desvalijar casinos). Como era de esperar, el ritmo narrativo va tan rápido que poco importan los baches en el relato y una edición bastante desprolija porque aquí prima el tono de comedia por sobre cualquier atisbo de seriedad, lo que le brinda coherencia al producto y enaltece a los actores. Aun así, definitivamente el mayor problema viene por el lado del guión de Jay Longino y BenDavid Grabinski, un trabajo muy poco cuidado que pretende reciclar demasiados clichés sin terminar de jugarse del todo por el desparpajo o el delirio…
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