Amor a los 50
Eva (Julia Louis-Dreyfus) es una atractiva mujer cercana a los cincuenta, divorciada, independiente, que trabaja como masajista, y en una fiesta a la que va solo por acompañar a unos amigos conoce a Albert (James Gandolfini). No hay juegos de seducción, ni chispazos, ni una gran atracción, solo una buena conversación, cosas en común, y algunas frases graciosas.
Eva se sorprende al saber que Albert ha pedido su teléfono. Salen a cenar, tienen una cita, luego otra, y así comienzan una relación. Ambos están pasando por etapas muy similares, se han divorciado hace tiempo, y sus hijas están por dejar la casa para ir a la universidad, algo que les provoca ansiedad y cierta angustia.
La película es muy entretenida, y muestra con gracia cómo es el amor en la madurez, cuando la atracción física no es lo principal, cuando el amor ya no es impulsivo, y se construye desde otro lado. Si bien la madurez ayuda, a cierta edad ya hay costumbres que son difíciles de cambiar y atentan contra la convivencia, algo conflictivo que la película muestra de forma muy graciosa.
La historia esta básicamente sostenida por la química que existe entre los dos personajes principales, pero el entorno de ambos juega también un rol importante; como las hijas, las ex parejas, la mejor amiga de Eva (una gran interpretación de Toni Collete) y Marianne (Catherine Keener), la nueva clienta de Eva, una poetisa snob que parece tener demasiada influencia en ella.
No es la típica comedia romántica, no solo por la edad de los personajes, sino por el realismo con el que muestra lo mejor, lo peor y lo complicadas que se vuelven las personas después de haber vivido unos cuantos años; además de cómo los estereotipos, y el entorno, muchas veces atentan contra lo que realmente queremos, y nos nublan la vista.