En la industria de la música hay dos formas de hacer un dúo con artistas internacionales: o se juntan, previa organización de sus agendas, se conocen y van unificando el criterio artístico hasta crear una pieza homogénea, o cada uno graba su participación desde su ciudad de origen y después los técnicos y las computadoras las unen. La diferencia de resultados es abismal y difícilmente la segunda opción triunfe, porque se nota la disociación musical.
'Una villa en la Toscana' pareciera haber sido filmada bajo el segundo método, porque los actores británicos nunca se conectan con los italianos. Y lo que debiera ser algo orgánico y tamizado por la calidez de los paisajes de la Toscana termina siendo exigido, arisco e incómodo. El personaje de Liam Neeson hablando con todos en inglés en pleno corazón del pueblo toscano roza lo absurdo.
El filme escrito y dirigido por James D'Arcy cuenta la historia de un galerista inglés (Micheál Richardson, el hijo en la vida real de Liam) que al divorciarse debe comprarle la parte a su ex mujer para seguir en el negocio del arte. Sin un centavo decide poner en venta la casa que heredó de su madre ya fallecida y junto a su padre (Neeson) emprenden el regreso a Italia para cerrar el tema lo antes posible. Allí, obviamente, sino no habría película, las prioridades cambian y sus destinos mutan.
RECURSO
'Una villa en la Toscana' tiene uno de los peores inicios de la historia del cine. Una mini y rápida introducción para contarnos que el personaje de Jack Foster se está divorciando y necesita dinero, que su padre Robert es un artista bohemio que no tiene relación con él, y que se sube obligado a un automóvil para así aparecer en plena Toscana frente a una casa derruida. Recurso que después se repite uniendo Inglaterra con Italia como si fuera por un pasillo. Otro logro negativo y casi capital del director es hacer actuar mal a una de las actrices más destacadas de su generación, la italiana Valeria Bilello. Nunca se ajusta al tono del filme y eso que su inglés es fluido. La escena donde conoce a Jack y lo saluda directamente en inglés sin que él diga nada nos anuncia que no habrá ninguna sutileza ni espacio al descubrimiento. Nadie en su país de origen saluda a otra persona en otro idioma.
Obvia, acelerada, poco delicada, forzada y tocando insulsamente los géneros del cine turístico, romántico y dramático, 'Una villa en la Toscana' se vuelve poco disfrutable. Lo único bueno, además de los paisajes, es escuchar de fondo a Domenico Modugno y Andrea Bocelli.