Animación para los pasajeros del Arca
Si perder el último tren de la noche puede ser un serio problema para los pasajeros habituales del servicio ferroviario, cuánto más grave -y peligroso- puede resultar el trastorno para los estrafalarios animalitos que por culpa de la burocracia corren el riesgo de no ser admitidos en el arca que Noé construyó laboriosamente para sobrevivir al inminente diluvio. Eso es lo que pasa con unos cuantos de los bichos animados de esta producción multinacional que llega desde Europa. A la rareza de su consorcio creativo (en su concreción aportaron dinero, esfuerzo y profesionales Alemania, Irlanda, Bélgica y Luxemburgo) Uuuy! ¿Dónde está el Arca? suma otras particularidades. Además de las clásicas parejitas de toda clase de animales que suelen protagonizar esta epopeya bíblica en todas las recreaciones tradicionales, aquí hay unas cuantas especies desconocidas que nadie ha visto jamás -nestrianos y grimpas, entre ellos- y que sería imposible describir en palabras porque no se parecen a ninguna otra.
Una oportunidad especial para los artistas involucrados en el proyecto: debían crear mundos y personajes sin referencia alguna: pura invención. Tal vez porque la propuesta exigía concentrarse en ese aspecto de la tarea -con resultados por lo menos no excesivamente imaginativos ni estéticamente atractivos o simpáticos- no atendieron demasiado a la confección de la historia y debieron buscar inspiración en más felices experiencias ajenas, de Buscando a Nemo a La era de hielo. Aquí también hay chicos perdidos o acechados por el peligro ya que aun habiendo logrado embarcarse a pesar de las restricciones, el nestriano más pequeño y la menor de las grimpas cayeron por la borda y ahora sus padres andan buscándolos desesperadamente mientras los chicos conocen a otros seres -no todos tan benignos como Obesín, esa especie de babosa del tamaño de una ballena, ni tan malvados como los Griffin-. También pueden anotarse como singularidades que en esta relectura del Génesis no se mencione a Dios, Noé ni siquiera aparezca y que en el crucero exclusivo en que se ha convertido el Arca (una de las pocas ideas ocurrentes del libreto) las parejas que viajan las integren padres e hijos, lo que impediría absolutamente cumplir con el propósito del viaje, que era asegurar el futuro de las especies.
En fin, puede que los chicos más pequeños, a quienes se supone está dirigido el entretenimiento, no reparen en estos detalles, pero tampoco hay que suponer que sabrán disculpar el escaso brío del relato y la dosis más bien módica de humor.