Mel Gibson regresa a lo que mejor sabe hacer: interpretar a un héroe de acción (aunque en este caso, antihéroe). En este film realizado por su propia productora Icon, la misma con la que encaró sus proyectos como director ("La Pasión de Cristo" y "Apocalypto"), el actor de "Arma Mortal" se pone en la piel de un ladrón que -al principio del film- se encuentra escapando de las autoridades norteamericanas tras hacerse de unos cuantos millones de dólares que podrían darle unas más que agradables vacaciones.
Pero durante la persecución a alta velocidad con una patrulla fronteriza, y cargando un payaso malherido en el asiento de atrás, este personaje que el espectador conocerá sólo como "Conductor" -y más adelante como el "gringo" al que hace alusión el título de la película- termina literalmente incrustado en el famoso muro que delimita la frontera entre los Estados Unidos y México, país que lo recibe con oficiales corruptos que lo envían a "El pueblito", una inmunda prisión repleta de malhechores que viven con sus familias.
Una vez allí dentro, el protagonista pone en marcha un plan para recuperar el botín mientras conoce el extraño y peligroso mundo de esa especie de mini ciudad carcelaria donde entabla una relación con un niño de diez años (Kevin Hernandez) y su madre (Dolores Heredia), a quienes debe proteger del peligroso Javi (Daniel Giménez Cacho), el líder criminal que controla el lugar.
Dirigida por el debutante Adrian Grunberg, un realizador de padres argentinos, criado en España y radicado en México que ya había trabajado en producciones de Gibson como asistente, la irreverente y surrealista "Vacaciones Explosivas" desarrolla una trama sencilla (co-escrita entre Grunberg, Gibson y Stacy Perskie) pero atrapante y bien resuelta que cuenta con diálogos ingeniosos y muy pero muy ácidos.