La última película de la querida Agnès Varda es una especie de clase maestra en manos de la llamada abuela de la Nouvelle Vague.
Agnès Varda, sentada desde una silla de directora sobre un escenario, le habla al público, en su mayoría joven, que quiere escucharla y aprender de cine a través de la experimentada realizadora. Con su conocida y agradable personalidad y sentido del humor, Varda recorre parte de su carrera y explica sus ideas y decisiones tomadas.
A partir de diferentes segmentos, la directora repasa parte de su filmografía (algunas con mayor minuciosidad que otras), tanto en el documental como en la ficción, desde sus comienzos, pero también se detiene en otras experiencias artísticas que la llevaron a exponer en museos o lugares más extraños, todo en orden cronológico. Lo que nos permite comprobar su maduración como artista. Dos horas parecen pocas para una carrera tan extensa, sin embargo están bien aprovechadas y evidencian a una artista siempre inquieta y curiosa, capaz siempre de correrse de los esquemas.
Esta clase maestra comienza con lo que para ella son las tres etapas principales e imprescindibles de todo proyecto artístico: Inspiración, Creación y Compartir. Esa idea abre y cierra la película, desde anécdotas sobre Cleo de 5 a 7, su cine feminista, un reencuentro con la protagonista de Sin techo ni ley, Sandrine Bonnaire, hasta la muestra Patatutopia que gira en torno a papas con forma de corazón, el homenaje que le realiza a su querido gato cuando fallece o las intervenciones artísticas con los rostros de habitantes de pueblos que visita para su película Visages Villages.
Agnès se presenta generosa y honesta. Nunca pretende ponerse didáctica, sino simplemente abrirse a través de su experiencia y la sabiduría que ha conseguido a lo largo de las décadas. En algún momento dice que cree que si a una persona la abrieran por la mitad se encontrarían con un paisaje, y ella se confiesa playa. Con esas imágenes, con esa sensación de vastedad ante el océano rodeado de arena, es que se despide la eterna Agnès Varda.
Varda por Agnès es una valiosa clase magistral brindada por una mujer que nunca se pone en el rol de experta. Al mismo tiempo, la mejor manera de despedirse de una directora cuyo legado seguirá vigente. Encantadora y conmovedora como ella misma, es una película que todo amante del cine apreciará.