La película Veloz como el viento de Matteo Rovere gira sobre dos hermanos corredores de autos y los lazos familiares que a veces amenazan con quebrarse.
Giulia tiene 17 años y de repente se encuentra ella sola a cargo de su hermano menor cuando su padre y mentor en su profesión, corredora de carreras, fallece. Esta partida trae de regreso a su hermano mayor, un hombre perdido entre las drogas que abandonó la casa hace mucho tiempo y hoy parece volver sólo para reclamar algo de lo que perteneció a su padre. Giulia tendrá 17 años pero es una mujer fuerte y madura y sólo acepta que su hermano Loris se quede con ellos para no tener que, a causa de su minoría de edad, separarse de su pequeño hermano. Veloz como el viento es así más que nada el retrato de una familia rota a la que quizás todavía se la pueda volver a componer.
No obstante, el marco elegido para contar esta historia basada en un hecho real, es el de las carreras de auto. Giulia encuentra su única oportunidad de salvar la casa ganando una carrera para la que su padre no terminó de formarla, y de repente Loris, quien en su momento también supo dedicarse a eso, será quien en cierto modo reemplazará ese lugar vacío.
Todo lo relatado hasta acá podría hacer creer que nos encontramos ante un drama más bien de estilo televisivo cuando en realidad el producto final es algo totalmente diferente. Por un lado, tanto la narración como la producción hacen de esta película algo que parece salido del mejor cine de Hollywood, especialmente las escenas rodadas sobre la pista de carrera. Por el otro, más allá de tratar tópicos que tocan la fibra sensible de cualquier ser humano (el tema de la familia no le puede ser ajeno nunca a nadie), se hace con mucho humor y corazón. Y quien pone su mayor cuota es sin duda Stefano Accorsi, uno de los actores italianos más prolíficos que tiene el cine actualmente.
La película que dirige Matteo Rovere abarca así muchos temáticas, pero siempre de manera prolija y sin descuidar ninguna de ellas. Un film muy sólido de dos horas de duración que se pasan volando y que se siente tan italiana como universal al mismo tiempo.
Veloz como el viento logra convertirse en un relato bien contado, entretenido y emocionante, que aunque por momentos apela a lugares comunes se destaca por hacerlo de un modo que se siente propio. Muy recomendable.