Estela era una docente común y corriente de La Plata, con las fortalezas y debilidades de cualquier maestra argentina. Hasta que un mal día, en noviembre de 1977, las fuerzas paramilitares le secuestran a Laura, una de sus hijas. “Verdades verdaderas/La vida de Estela”, prolijamente dirigida por Nicolás Gil Lavedra, relata el derrotero de esa maestra que por una consecuencia natural se convirtió en la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Uno de los puntos altos del filme, ópera prima del hijo del diputado y juez Ricardo Gil Lavedra, fue que evitó el panfleto. Ese lugar común, estereotipado y maniqueísta, en el que caen este tipo de realizaciones encolumnadas en lo que se conoce como películas comprometidas. Susú Pecoraro y la emotiva participación de Carlos Portaluppi son la frutilla del postre de una película simplemente imprescindible.