La excepción que confirma la regla
Afirmar que en buena medida la catarata de secuelas interminables asesinó al cine de horror mainstream es hacer justicia para con un género de culto que tanta satisfacción le ha dado a los fanáticos desde siempre. Aquel torbellino artesanal de los 60 y 70, construido desde la más pura matriz exploitation, fue mutando en forma progresiva hacia una suerte de asimilación industrial durante la década del 80. Sin embargo cabe aclarar que en dicho período aún predominaban la originalidad y esa maravillosa desproporción gore, la misma que con el tiempo fue mermando hasta ser reemplazada por fórmulas huecas y miserables.
En el caso de la presente Las crónicas del miedo 2 (2013), debemos considerar además la fortuna dispar que históricamente han arrastrado las antologías en general, no sólo en lo que atañe a las vísceras y los espectros sino al macro contexto de la gran pantalla (circunstancia que suele obedecer a la inconsistencia del concepto unificador). Todo lo anterior no hace más que maximizar lo alcanzado por este corolario de una película por demás mediocre que retomaba los peores exponentes del terror bobo hollywoodense, ese que surgió a la sombra de El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999) y que nunca llegó a su altura.
Continuando con la estructuración formal de los films de “found footage”, ahora es una pareja de investigadores privados los que entran al caserón repleto de cassettes con vistas a dilucidar el destino de un estudiante desaparecido. Por supuesto que la señorita de turno comienza a ver los videos y a partir de allí se disparan cuatro segmentos que en conjunto superan con creces cualquier expectativa que uno pudiese tener, logrando convencernos que el enroque de responsables trajo aparejado una mejora sustantiva en cuanto a la precisión narrativa y esa bienaventurada eficacia que reconduce el interés hacia el próximo capítulo.
La sistematización temática sería la siguiente: al inicio nos encontramos con un hombre que recuperó la vista gracias a una cámara ocular que le permite ver fantasmas, luego viene una interesante historia de “zombies ciclistas” a cargo de Eduardo Sánchez, a continuación llega un episodio genial centrado en unas entrevistas a los miembros de un misterioso culto indonesio (dirigido por Gareth Evans), y finalmente tenemos una fiesta de adolescentes que deriva en una sesión de abducción alienígena masiva.
Como si se tratase de la excepción que confirma la regla, VHS 2 quiebra el patrón y sobrepasa -por mucho- a la original…