Dirigida por Justine Triet y escrita junto a Thomas Lévy-Lasne, Victoria y el sexo es una comedia francesa sobre una mujer treintañera que intenta lidiar con los diferentes aspectos de su vida sin mucho éxito.
En esta película de Justine Triet (La batalla de Solferino), Virginie Efira interpreta a una exitosa abogada cuya vida personal se cae a pedazos. Con dos hijas pequeñas a su cargo, Victoria lleva una vida desordenada. En su casa hay libros y papeles por todos lados y su oficina tiene una estructura parecida. En cuanto a lo personal, vive discutiendo con un ex que además escribe, y no de manera amable, sobre ella en un blog que se torna viral, y las noches las pasa con diferentes hombres a los que conoce a través de sitios online, pues disfruta de su sexualidad de una manera despojada.
La aparición de Samuel (Vincent Lacoste) no parece generar demasiado en su vida en un principio, pero a la larga termina siendo fundamental. Sólo que, entre tantas cosas que vive, Victoria, al mismo tiempo, no suele ver cuando tiene algo distinto frente a ella. Y en este momento, su principal preocupación es el caso de un amigo que es acusado de querer asesinar a su mujer.
Si bien esta subtrama gira en torno al peculiar juicio (un juicio donde el único testigo que tienen es un perro), Triet decide enfocarse y dedicarle mayor tiempo a la vida personal de Victoria. Virginie Efira se entrega a su personaje en cuerpo y alma y brinda una interpretación auténtica aún en medio de las situaciones más increíbles y absurdas. Porque Victoria es una mujer con defectos, con contradicciones y que no puede evitar cometer errores, es decir, muy humana.
Entre idas y vueltas, muchas caídas, encuentros y desencuentros, Victoria y el sexo es una película en la que todo el tiempo suceden cosas, todo el tiempo le suceden cosas a Victoria, quien amenaza con terminar de derrumbarse en cualquier momento. Algo de todo ese caos, por momentos insoportable, ya estaba retratado en La batalla de Solferino pero acá se torna más íntimo (todo explota en interiores) y cotidiano y, afortunadamente, con un tono bastante menos dramático.