Victoria

Crítica de Diego Lerer - Otros Cines

Proeza técnica, disfrute cinéfilo

Rodada en un único plano secuencia de 140 minutos, esta película de Schipper va mucho más allá de un acierto formal. Puro vértigo y adrenalina.

Las películas rodadas en una sola toma parecen estar a punto de volverse una moda. Con la capacidad del digital de filmar todo el tiempo que uno quiera, con la movilidad de las pequeñas cámaras y con las posibilidades técnicas de tapar las uniones de planos digitalmente (es decir, falsear el plano único secuencia) me da la impresión de que tras el éxito de Birdman y la buena repercusión de Victoria saldrán varios a organizar sus películas de similar manera.

El film de Schipper dura 140 minutos y, asegura su realizador, está hecho todo de un tirón: un rodaje que comenzó a las 4.30 de la madrugada y terminó cerca de las 7. Otros dicen que en realidad son al menos tres tomas diferentes y están los que aseguran que Schipper filmó tres veces la película entera y luego usó la que le salió mejor. Nunca lo sabremos bien, o tal vez sí, pero lo que importa finalmente es si con eso logra crear una buena película. Y lo cierto es que lo logra y la tensión creada por el plano secuencia ayuda bastante.

Victoria es el nombre de una chica española que vive en Berlín (Laia Costa) y que, cuando arranca el film, está bailando en un boliche de música electrónica de la ciudad. Algo borracha, sale a tomar su bicicleta e irse a su casa cuando en la entrada se topa con cuatro berlineses alcoholizados que la alientan a seguir “la noche” con ellos. Victoria no se amedrenta y los acompaña en su recorrido bardero por la calle, consiguiendo más bebidas y subiendo a una terraza a ver la ciudad.

Con uno de ellos parece haber más onda que con los otros (un grupo multiétnico, digamos) y él la acompaña al café donde ella trabaja ya que Victoria ha decidido no volver a su casa y dormir algo en el negocio para luego abrirlo. Cuando la película promedia, Victoria y Sonne están por despedirse con la idea de volverse a encontrar en algún momento (él queda especialmente fascinado por ella, más aún cuando la escucha tocar el piano de manera notable), pero allí el film dará un giro radical y se volverá un thriller.

(Si no quieren saber más de la trama dejen de leer aquí, lo que sigue puede ser considerado SPOILER. Están avisados)

Sin nunca dejar ese único plano secuencia, ahí empieza casi otra película en la que a los muchachos no les queda otra que incluir a Victoria en unos planes delictivos que están forzados a hacer. El resto del film será ya a pleno suspenso, acción y persecuciones, tornando el trabajo en un solo plano en una verdadera proeza. No conviene adelantar mucho lo que sucede después, pero la tensión es permanente y, si bien como criminales el cuarteto deja mucho que desear, las situaciones que se presentan son de alto voltaje y la cámara parece un personaje más, transpirando, temblando y teniendo ataques de pánico casi tanto como los protagonistas.

Victoria es una película que parece pedir por una remake hollywoodense: pura adrenalina, acción y suspenso, con algunos interesantes comentarios sociales y de género en el medio, que pintan a una Berlín multicultural y moderna tal como es en la realidad. Tal vez le falte complejidad a los personajes (el cuarteto de muchachos “berlineses de verdad” están al borde ser tremendos imbéciles) y cuesta creerse algunas de las cosas que terminan pasando, pero aún con sus defectos se trata de un policial (o de un drama que se vuelve policial) impactante y que lleva al espectador de las narices. Sí, es cierto que el plano secuencia por momentos distrae –ya que uno muchas veces chequea que se mantenga–, pero no hay dudas de que hace funcionar a la película y que le da una energía y un nervio que tal vez sin eso no tendría. El problema, claro, es que ahora todos lo van a querer imitar…