El “gimmick” funciona. “Victoria” sucede en un plano secuencia que dura la totalidad del film, 2 horas, 20 minutos. En tiempo real, sin CGI ni truco de cámara. Síntoma de la importancia que se le dio a esta manera de encarar la narración es que el primer crédito que aparece al finalizar el film es el de la DP (Sturla Brandth Grovlen). La historia es directa, una serie de malas decisiones llevan a la anti-heroína que da titulo a la película a seguir a un grupo de adorables delincuentes a través de la madrugada berlinesa. La primera hora del film es demasiado larga, prepara el terreno hacia lo que vendrá y busca la empatía con los personajes para que luego nos importe lo que les suceda. En el tercer acto (no spoilers) la acción toma el control y la cámara cobra sentido, ahí es cuando la filmación “guerrilla” transmite la urgencia que la historia necesita. Un triunfo de la logística.