Luego de su paso por el BAFICI, llega a las salas Vigilia en agosto, la ópera prima del director cordobés Luis María Mercado. Se trata de una especie de thriller psicológico que, finalmente, hace agua por donde se lo mire.
La historia gira en torno a Magda (Rita Pauls), una joven que está a punto de casarse con el Gringo. Los días previos a tal acontecimiento, la protagonista se da cuenta de que no todo es color de rosas y que su futuro marido no es un “príncipe azul”. Descubrir estos secretos repercute directamente sobre su salud y también sobre lo que la rodea. Aun así, la joven decide seguir adelante con los planes de boda, como si nada hubiese pasado.
Se podría entender que Luis María Mercado pretende poner el ojo en la importancia que hoy en día todavía se le da al casamiento (sobre todo en los pueblos de provincia). También busca apuntar contra una sociedad patriarcal (todavía persistente), donde las mujeres deben callar y someterse a aquello que las apena. El hecho de que utilice una especie de thriller psicológico para construir una crítica sobre estos temas, provoca que la historia pierda su fuerza original y termine haciendo agua durante sus 78 minutos de duración.
Constantemente se trata de instalar la idea de que algo malo está pasando (o está a punto de pasar), pero esto sólo queda como algo fugaz flotando en el ambiente.
Realmente no se logra generar un ambiente tenso, de miedo, de incertidumbre. Todo queda en un ideal que no logra ser traspasado a la pantalla para llegar al espectador. Vigilia en agosto parece asemejarse más a una simple historia donde se sigue a una joven durante los días previos a su casamiento -y todo el caos mundano que este acontecimiento trae-, que a una historia casi de terror (como pretenden venderla).
Vigilia en agosto finalmente no logra ni instalar el tema de género en cuestión (mujer que debe someterse a una boda que la está “pudriendo” poco a poco), ni funciona como una película de terror psicológico. La protagonista comienza a enfermarse poco a poco (tras el “hecho traumático”), aunque realmente sólo es una joven cortándose un dedo mientras cocina (¿¿??) o, luego, padeciendo lo que parece ser un simple cuadro gripal; algo que simplemente podría resumirse en los nervios previos a la boda, más que en algo terrorífico.
La película no logra conectar realmente con lo que quiere vender. Pese a sus esfuerzos por generar un clima de incertidumbre (y hasta terrorífico), Vigilia en agosto no logra transmitir nada: es una historia opaca por dónde se la mire.